viernes, 10 de abril de 2009

Solitud

Después de una visita inesperada que se quedó tres días sin que nadie le dijera y que seguramente se fue renegando del misántropo que soy, por fin he podido estar solo en la casa. Será porque nunca me creí lo del viejo ideal de familia-estado-religión que tanto se predica; pero me adapto muy bien a la vida en soledad y, de hecho, es muy tranquilo estar así.
Todos se fueron de viaje a diferentes lugares para seguir la tradición de esta semana, hasta los vecinos parranderos a los que les grite hace unas madrugadas se fueron de vacaciones. La quietud gobierna en cada parte de la casa y mi única compañía es un perro (ojalá fuera el gato negro que tanto me gusta ver en la UNAH, pero nada es perfecto)
Durante el día me la paso en los trabajos que me hacen falta, revisando textos, saliendo a vagar por las ciudad al caer la tarde y así hasta más productivo es el día (Carpe Diem!), nadie habla de los muertos del hospital, de la maestra de psicología que, por como trata a los alumnos, de seguro nunca estudió psicología; me puedo ir a tomar un café o a cenar en la terraza con toda la tranquilidad del mundo sin tener que pelear por la ropa que se secó, pero que nadie recogió; sentarme a leer en el cómodo sofá de la sala y no tener que soportar el televisor encendido a todas horas.
La verdad, después de venir de ese viaje y pasar este tiempo, si alguien me preguntara por lo que espero del futuro la respuesta sería simple: trabajar, leer buenos libros, vivir solo en mi propia casa hasta que me sea físicamente posible y viajar con los amigos cada vez que se pueda.

3 comentarios:

marcela dijo...

Mmmm, esa se oye como una buena vida, y creeme, entiendo la afición al silencio. Yo estoy de fiesta porque se arruinó el equipo de sonido de mi papá así que estas vacaciones he dormido hasta tarde sin interrupciones.

Suny dijo...

...y dejarte crecer la barba

Manuel dijo...

Marcela, imagino que debés dar gracias a lo que sea que arruinó ese equipo de sonido.Yo en estos días me tuve que levantar a gritarle a mis vecinos pateros; imaginate, pero es que ya se habían pasado.

Suny, quizás algún día me deje crecer "La barba mitológica"