sábado, 9 de mayo de 2009

Guatemala (1/4)

A las tres y treinta de la mañana estábamos esperando el bus, habíamos pasado la noche en vela porque no le veíamos objeto a madrugar. A las 4:30 de la mañana salimos de la ciudad, previo que nos dieran nuestros viáticos (10 dólares XD)

En el grupo que representaría literatura íbamos Ludwing (quien decidió sumársenos por cuenta propia) Héctor, Miguel, y yo, también iba el grupo de teatro Lucem Aspicio, el cuadro de danzas folklóricas y la orquesta de jazz. Dormimos la mayor parte del camino despertamos hasta llegar a la frontera del Amatillo.
El viaje fue cruzar todo el salvador y entrar a Guatemala. Al llegar a la frontera un compañero (¿Se llamaba Fernando?) del grupo teatro y Ludwig tuvieron problemas con su documentación. Para no atrasar el viaje regresaron a Tegucigalpa, no sin antes jurar y perjurar que nos alcanzarían en Guatemala (Yo no me lo creí).

Fueron 14 horas de viaje. Sólo nos detuvimos a almorzar en un centro comercial de una ciudad salvadoreña de la que no recuerdo el nombre(o de la cual no quisiera acordarme, porque el calor era infernal).
Para matar el tiempo hicimos de todo, miramos películas, los de teatro se inventaron sus juegos, los de literatura matamos el tiempo con el ajedrez,etc.


Al fin y al cabo, creo que todos estábamos desesperados por llegar...


Cruzamos la frontera de El salvador con Guatemala y de allí en delante fui profundamente dormido hasta llegar a Ciudad de Guatemala (como dos horas y media). Y vaya que llegamos, la primera impresión ante Guatemala es de asombro ante su belleza. La mayoría de sus edificios modernos o históricos me dejaron impresionado (No tomé fotos, porque iba dormido cuando entramos :P).


Cuando repartían las habitaciones, pedimos quedar los tres en la misma y como era para cuatro la compartimos con Gerardo, un compañero del cuadro de Danzas Folklóricas.


Salimos a comer a un Taco-Bell. Ya sé que no era lo más típico de Guate, pero no había nada abierto a esa hora de la noche y no teníamos acreditado nada para la cena en el hotel, donde el plato resultaba un ojo de la cara de por sí.


En el balcón del hotel, me quedé un rato sentado mirando la ciudad de Guatemala antes de ir a practicar una última vez nuestras lecturas.

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