lunes, 12 de julio de 2010

Recuerdo de las mil y una noches más un recuerdo de mi abuela


Regresé del viaje al funeral de mi abuela, no puedo dejar de sorprenderme de la gran cantidad de personas que asistieron; no me imaginé nunca que tantos(as) la conocieran y la apreciaran; aunque pensándolo bien, no resulta extraño dado el papel político que de mi familia materna en el municipio. Con mi abuela tuve una relación difícil en mis primeros años, me parecía esa persona estricta, infranqueable y muy religiosa; pero todo mejoró cuando entré al colegio y me acogió en su casa, hasta llegó a defenderme cuando me vi atacado por los resultados de mis irresponsabilidades estudiantiles.

La historia tiene que ver mucho con cuentos orientales, pues cuando yo tenía la edad de 13 años, ella poseía la única edición casi completa de las mil y una noches (digo "casi" porque después me enteré de que lo que sucedió con las verdaderas ediciones completas de ese libro). Durante mucho tiempo le rogué que me prestara el libro, pero siempre se negaba hasta que me dijo que lo haría sólo si iba a leerlo a la casa de ella siempre, así que accedí. Vaste decir después de esto, que a veces podía estar hasta muy altas horas de la noche e incluso recuerdo que en muchas ocasiones me quedé durmiendo en su casa.

El libro era un texto viejo, de empaste fino y con el caballo de ébano en color dorado impreso en su portada caqui y además tenía una gran cantidad de ilustraciones en blanco y negro en, por lo menos, cada uno de los cuentos. El texto tenía la mayor cantidad de narraciones que había visto y no me resultó extraño escuchar años más tarde la leyenda árabe de que quien los leyera todos terminaría loco. Noche tras noches me quedaba leyendo, iba cayendo de cuento en cuento y de poema en poema hasta quedarme dormido; las constantes idas y venidas de la casa hizo que entablara una relación más profunda con mi abuela, la cual apreciaba ya mi presencia y mis pláticas, incluso hasta sabía en que lugares de su casa me gustaba sentarme a leer e impedía que me fueran a molestar.

Pero los triste de la histora es que del libro ya dicho sólo me quedará el recuerdo, pues el día después del entierro de mi abuela le pregunté a una de mis tías por ese libro y me respondió que ya otra tía se lo había llevado. Saber eso me llenó de tristeza, y no porque tuviera un valor de colección el tener esa edición ya que incluso mi mamá ofreció comprármelo, sino por la carga sentimental que ese libro tiene para mí.

3 comentarios:

Ross dijo...

Manuel! Qué interesante me resultó leer esto. Tengo una historia similar a la tuya. Mi abuela posee una colección de 12 tomos de Enciclopedias. Uno de ellos es de Mitología. Todo tipo. Griega, romana, nórdica, japonesa, africana... Mi abuela como vos sabés, vivía en Tegus y yo sólo la visitaba 2 veces al año. En enero y en junio. Me encantaba leer ese libro. Todas las noches de mis vacaciones donde mi abuela me ponía a leerlo hasta altas horas de la noche. Ella a veces se molestaba porque yo no dormía, o me dormía con el libro abierto, lo cual significa que no había hechos "mis oraciones de la noche". También es muy religiosa. Crecí y seguí leyendo el libro. Hace unos meses mi abuela se fracturó la cadera. Por suerte mi mamá estaba en Tegus y preparó todo para traérsela a San Pedro. Lo primero que le pedí, que buscara el libro de Mitología y me lo trajera. Yo corrí con mejor suerte que vos, supongo, porque logré quedarme con el libro. Aunque, mi abuela ya ni se acuerda de ese libro, mucho menos que yo lo leía.

Manuel dijo...

Gracias Ross. Sólo espero que quien tenga el libro lo cuide muy bien y se haga merecedor de él, es decir que lo lea toditito y sobre todo que lo disfrute.

Manuel dijo...

Y que lo cuide, sobre todo que lo cuide... T.T