sábado, 9 de octubre de 2010

Karma

He estado muy enfermo, practicamente desde hace una semana, y los últimos tres días en cama. No tengo internet porque no se pudo pagar, así que escribo desde la biblioteca de la UNAH en donde, por alguna extraña razón, el internet está misteriosamente rápido. En estos días de verdad he visto la ventaja de que en una familia estudiar medicina sea una enfermedad, mi mamá, mi hermana, el novio de mi hermana y tres primos más se graduaron o estudian esa carrera; así que tener 26 años y no tener seguro social no es tan complicado cuando practicamente casi toda tu familia te está dando el mismo diagnóstico o recetándote algo.

Los días en la cama me han puesto a pensar en el Karma. Sí, sé que es extraño que una persona atea piense en el karma; pero recuerdo haber leído sobre él en un libro de Zen que saqué de la biblioteca. Para explicarlo de una forma entendible, el karma es esa especie de energía que no sigue a todas partes y que nace de nuestras actuaciones; es decir algo así como la ley de causa y efecto. En el hinduismo y en algunas derivaciones del budismo, cada una de nuestras reencarnaciones queda impregnada de esta energía y ella hace la diferencia entre ser un gusano o un dios con cabeza de vaca y ocho cuernos en la próxima vida; pero es algo más práctico, sencillamente uno recibe lo que hace: Si uno bebe mucho, tendrá problemas en el hígado; si alguien es promiscuo y no se protege, es probable que contraiga una enfermedad; si uno es orgulloso, tendrá pocos amigos, etc. Podría seguir hasta el infinito; pero creo que la idea les queda clara.

La única razón por la que he estado reflexionando sobre esto es porque ultimamente he pasado muchas cosas malas y siento como si el universo entero se empeñara en que, en el último año que me queda para graduarme de letras, tuviera la mayor cantidad de dificultades; es como si mi camino de redención por el error de haber gastado cinco años de mi vida estudiando derecho me pasara cuenta. De tal modo han empeorado las cosas que podría hacer una lista interminable que va desde enfermedades hasta lo infinitamente largo que se me hacen los días, ni hablar de los problemas de dinero y el dolor de estómago que me da cada vez que en mi carrera piden un libro que no tengo y que por tanto tendré que comprar.

Sería fácil, claro está, conseguir un trabajo si se tiene una licenciatura; pero la cosa no es tan sencilla porque los empleos en los que me han entrevistado siempre imponen como condición que abandone mi carrera o que deje de avanzar así como voy y la verdad es que, dadas las situaciones en cuanto a los cupos y aperturas de clases, no resulta rentable abandonarlas ahora. Otra cosa es que podría sencillamente trabajar en un bufete de abogados (otra carrera que es enfermedad en mi familia) pero le debo demasiado dinero al colegio de abogados y vuelvo a quedar en las mismas del principio; además, eso de llevar casos después de mis experiencias en los juzgados me resulta terrible.

No dejo de pensar en las oportunidades de empleo que desprecié o en el tipo de vida que llevaría ahora si hubiera aceptado una recomendación para un empleo de algún pariente que se dedica a la política, ya que teniendo un tío ex- rector, otro ex- ministro de relaciones exteriores, otro diplomático de carrera y uno que es diputado; esto no hubiese sido un problema. Es entonces cuando me doy cuenta cuan grave problema resulta ser un tipo con escrúpulos e ideales en un país donde nadie los tiene. A pesar de todo esto, de algo sí estoy seguro: No sería una persona como la que soy ahora, tengo la certeza de que "Lo bello es díficil", tal y como lo escribió Rilke en una de sus más bellas cartas al joven poeta Kappus, y, sobre todo, que hay personas que les ha tocado cosas peores en esta vida como para hecharme para atrás en este momento, no puedo imaginarme haciendo otra cosa en mi vida que no sea algo relacionado con la carrera de letras y es eso lo que me impulsa a soportar todo esto; al fin y al cabo como dijo el poeta Arthur Rimbaud: "Armados de ardiente paciencia, entraremos en las ciudades espléndidas". Pase lo que pase y sin importar el karma que nos persiga, no hay que dejar de creer en esa profecía.

5 comentarios:

Nelson Ordóñez dijo...

Ay Manuel... yo me he hecho las mismas preguntas cuando me veo en callejones sin salida por dinero, por vocación, por aburrimiento, por la terrible página en blanco... Veo a mis antiguos condiscípulos de ingeniería aparentemente "exitosos" y yo avanzando con botas de plomo... Algo debe valer la pena, y si no lo vale, pues uno debería hacer algo para justificarlo...

Que te mejorés. Como dice el I Ching Y Boecio, nada es fijo ni lo bueno ni lo malo.

Ross dijo...

Manuel, exagerada coincidencia con mis días estas últimas semanas... Al menos vos sabés y tenés claro lo que querés hacer; yo tengo una idea, pero concretar eso es tan complicado en este país. La respuesta la tengo, dinero es lo que falta :(

marcela dijo...

Bueno Manuel, a estas alturas vos ya conocés bastante sobre mi historia como para saber que entiendo muy bien de lo que hablás. En mi caso siento que estoy pagando caro haber estudiado Arquitectura ahorita que estoy sacando la maestría que siempre añoré. Para empezar, la mayoría de las personas estudiaron la licenciatura en Historia del arte en la misma universidad. Para ellos no tiene ningún mérito sacar la maestría, sólo es la continuación natural de sus vidas y de hecho el único francés con el que me llevo se sorprendió mucho cuando supo que yo había conseguido un trabajo sólo con licenciatura. Aquí es imposible eso. La mayoría de los alumnos estudiaron juntos y se conocen, los maestros los conocen y nadie siente la necesidad de hablar con aquellos que no estudiamos aquí antes y mucho menos con los extranjeros, o sea conmigo porque soy la única extranjera en mi maestría. Tengo que hacer un trabajo en parejas y no tengo idea de cómo voy a hacer, supongo que lo voy a terminar haciendo sola. Los maestros hablan de temas y trabajos que deberíamos saber, temas sobretodo de historia de Francia -que estudié en el colegio hace muchos años y no recuerdo- y que por supuesto no se estudian en Arquitectura, y simultáneamente a las clases tengo que trabajar en una "mini-tesis" que voy a presentar al final de este año. ¿Y ya mencioné que los exámenes son a principios de enero -adiós vacaciones de Navidad- y de forma oral????
Muchas veces me pongo a pensar en lo diferente que esto hubiera sido si no hubiera estudiado Arquitectura, si hubiera desobedecido a mis papás insistiendo en irme del país cuando tenía la oportunidad. Pero como explica la ley del Karma, siento que eso fue lo que tuve que pagar. Ahora esto es lo que me toca por haberme querido venir aquí.

Yamil Gonzales dijo...

Manuel, no creas que esa historia es sólo tuya, de hecho pienso que, el que la gente haga lo que realmente le apasiona (eso, sea lo que sea que aman hacer) es la excepción no la regla; no te sintás mal, estás en el carril correcto.

Cada vez que me siento perdido miro este video de Steve Jobs:
http://www.youtube.com/watch?v=6zlHAiddNUY

Yo no soy uno de esos "afortunados", cuando estaba por comenzar la universidad tenía bien claro lo que me apasionaba, el área involucraba diseño y programación, elegí diseño gráfico, ahora soy el diseñador más infeliz que conozco; no me gusta diseñar, no disfruto diseñar. Por si lo que comento fuera poco, fui todavía más cobarde y vine a Taiwán a estudiar una maestría en... diseño.

Si hay algo que he aprendido hasta ahora es que no vale la pena hacer algo que no se disfruta, desde cosas pequeñas hasta elecciones cruciales como una carrera profesional, también he aprendido que mi vida es mi canvas donde soy yo quien elije cómo pintarlo, pienso reivindicar mi error y dedicarme a lo que realmente me apasiona porque a largo plazo la inversión sin duda dará frutos.

Manuel dijo...

Gracias, de verdad gracias a todos. Miré los vídeos y sé, que de pura coincidencia, todo estamos viviendo cosas duras de diversas formas.

Fuerza a todos y muchas gracias por sus palabras.