sábado, 23 de febrero de 2013

En definitiva, esto no es una reseña sobre "Chagall en Rusia"


La atracción por la muerte; el dolor del amor no correspondido, el mundo de los sueños, la poesía como un silencio sincero que sale cuando menos nos damos cuenta.


La salvación de los pueblos a través del arte, la fragilidad de la creación y de lo creado, su incapacidad para transformar el mundo; la realidad, la imposibilidad de decirlo todo en una imagen; Cristo pintado de verde, resucitando al tercer día y siendo golpeado por judíos y cristianos; la estupidez de la burocracia.

El futuro, el pasado y los ancestros, nuestros abuelos que se conocieron en un futuro distinto, imaginado, puro.

Amantes que escapan volando por sobre las ciudades, por sobre las ruinas del mundo y el fuego de sus memorias.
Dibujos, trazos de niños violentos y terribles que juegan a la guerra; fantasmas entre banderas rojas, violinistas bolcheviques, cabras  en levitación más importantes que todos los decretos de Lenin.


El cineasta y diseñador Joann Sfarr ha publicado una de las novelas gráficas más hermosas que he leído, una versión muy personal de la vida del pintor Marc Chagall y que se centra en los años de juventud de este pintor de Vitebnsek: "Chagall en Rusia". Si bien su autor dice que el libro trata sobre el maltrato a los judíos y su exterminio en ese país euroasiático, para mí sería muy pobre limitarlo a ese tema. Como toda obra, y en especial de este tono, tiene una infinidad de posibles lecturas; es como un tanque de un sólo cañón que dispara hacia todas partes al mismo tiempo. Se me ha hecho imposible hablar de ella sin llenar páginas tras páginas en una tentativa de explicarla; así que dejo plena constancia de que esto no se trata de una reseña, quizás de un acercamiento, de la salida del periscopio desde el fondo del mar. 

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