sábado, 8 de junio de 2013

León

Parque central de León a las nueve de la noche. 
León es la segunda ciudad más grande de Nicaragua, no es como otras ciudades de América Central que ostentan ese título, no hay grandes edificios, anillos periféricos que nunca terminan de construirse (como en los mejores cuentos de Kafka) y su población es quizás un poco más grande que la  de Ceiba. Su estilo colonial me recuerda más a Choluteca o a Comayagua, con calles pequeñas y casas antañonas de varios colores. El calor es terrible en casi cualquier época del año (nada que una Rojita y un vetilador no solucionen), "lenguas de fuego" como diría Omar Cabezas se desplazan lentamente por sus largas cuadras. Y si llueve, hay tormentas enormes que parecen nunca acabar,  truenos estruendosos dan paso a una deliciosa frescura en el invierno.  

Quizás León no sea "la gran ciudad" y Nicaragua no sea el mejor país de América, pero no dejaría de considerarlo como un lugar para quedarme un buen tiempo. De hecho, por amigos que tengo allá, sé que sus problemas económicos no son distintos de los nuestros; aunque en lo político tengan una historia muy distinta: revolución contra un régimen tiránico, después un gobierno sandinista, luego un problemático período de neoliberalismo y finalmente el  regreso a una dudosa izquierda "cristiana"; sin embargo hay algo que ellos tienen , en especial en esa ciudad: cierto nivel de seguridad. 

Obviamente sí hay delincuencia en Nicaragua, según los últimos datos: las muertes por violencia han aumentado, en especial las de mujeres, los asaltos y la infiltración del crimen organizado en los últimos años son el principal problema de seguridad; pero la delincuencia común no tiene todavía el nivel de nuestro país. Quien no me crea, sólo tiene que buscar buscar los informes al respecto y comparar, mientras Honduras tiene 82 homicidios por cada 100,000 habitantes, Nicaragua apenas llega a 13, sólo abajo de Costa Rica con 11. Esto no es de ninguna forma del nivel de Honduras, no es como que hoy abrís el periódico para descubrir que mataron a tu vecino, dueño de una humilde tapicería por no querer pagar el impuesto de guerra o mañana en la noche, al llegar a tu casa, tenés que buscar refugio porque que hay una balacera en frente o que te subiste a un taxi y te pusieron una pistola en la cabeza; no estoy exagerando, todo eso me ha tocado en Honduras.  

Mientras andaba por León, reflexionaba sobre como había olvidado lo que era caminar sin miedo en la calle. Quedarme hasta la nueve de la noche leyendo el periódico, sentado en la banquita de un parque lleno de gente, no es algo que pueda hacer en mi país, y mucho menos regresar caminando a mi casa después de esa hora.

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