sábado, 16 de agosto de 2014

El último amor del Sr. Morgan


"Bueno, tú no amas a la vida misma. Tú amas lugares, animales, gente, recuerdos, comida, literatura, música. Y a veces, conoces a alguien que requiere de todo el amor que tienes para dar. Si pierdes a esa persona, crees que todo lo demás también se detendrá; pero todo lo demás sigue su curso. Giraudoux dijo: "Puedes extrañar a un solo ser, aunque estés rodeados de cientos de otros". Esos otros son como extras y nublan tu visión, son una muchedumbre insignificante, son una distracción no bienvenida. Así que buscas olvidar en soledad, pero la soledad únicamente consigue que te marchites."

-El último amor del Sr. Morgan.

Película estrenada este año, dirigida por Sandra Nettelbeck y adaptación de la novela La douceur assassine de Françoise Dorner. En esta obra, un anciano Profesor de filosofía, (Matthew Morgan interpretado por un brillante Machael Caine), enviuda y cae en una depresión profunda hasta que conoce a una joven instructora de baile por la que se siente atraído (Pauline encarnada por Clémence Poésy) y quien le devuelve cierto sabor a su vida. 

No es la obra del siglo y tiene algunos lugares comunes que le restan calidad (de hecho, el argumento me recuerda mucho a La Tregua de Mario Benedetti). Hay que decir que  nos hace dar vueltas antes de llegar a ese sitio común y, por momentos, nos engaña haciéndonos pensar que el final pudiera ser distinto de lo aguardado. Fue precisamente eso último lo que me desesperó un poco. La trama tiene bajones de ritmo que nos hacen sentir que la idea  de romance-amistad entre los protagonistas no fue desarrollada por completo ni explotada al máximo y, por tanto, al final se queda en momentos dulzones sin pasar a más. Otro pequeño "pero", si es que tal cosa se le puede llamar así, es que Michael Caine tiene una gran actuación que opaca a la de a sus contrapartes, quienes parecen no estar a la altura para dar la réplica y es justo en las escenas donde la acción pasa exclusivamente a ellos que todo se cae.

Ahora bien, lo rescatable son las reflexiones que el Sr. Morgan hace al respecto de la muerte, el amor, la pérdida, la familia, la soledad y el matrimonio. Además, los detalles a notar están en las pequeñas cosas, en esa ternura que la historia desprende a cuentagotas y que no encontramos en el argumento sino en las tomas: las secuencias breves de París y sus calles, el juego de simbolismos en cuanto a las ventanas y la iluminación, el baile como vitalismo y las pequeñas soledades del personaje principal. Todo los anterior hace que esta cinta sea muy agradable por tramos y me atrevería a decir que llena de una sencillez entrañable. 

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