miércoles, 6 de mayo de 2015

El triunfo de la muerte

El triunfo de la Muerte del pintor Pieter Brueghel el Viejo.
Hace unos meses fui a una conferencia de Manuel Asensi sobre la confrontación entre Lacan y Deleuze. Más allá del tema central, me llamó la atención una de las reflexiones de Asensi al respecto del caos en el Tercer Mundo. Desde la perspectiva eminentemente  psicológica hay algo que se llama pulsión de muerte (Tánatos) contrapuesta a la pulsión de vida (Eros). La cuestión es que la sociedad (la cultura le llamaba Freud, el Gran Significante para Lacan) hace posible que se desarrolle una pulsión de vida muy fuerte al ligar a los sujetos que la conforman; pero cuando esta cae en crisis, la pulsión de muerte toma su lugar porque esa es la verdadera naturaleza original del ser humano y no los sentimientos de bondad y bienestar como se cree utópicamente. Cuando se aminora o ya no existe esta pulsión de vida, entonces no hay moralidad (super-ego). Sólo quedan dos opciones: o la pulsión de vida se enmascara de fascismo para aminorar las otras pulsiones del sujeto hasta aplastarlo o todos terminamos matándonos unos a otros hasta que digamos basta de puro hartazgo. Resumen: todo se fue al carajo y llegamos al momento del sálvese el que pueda.

Claro, esta explicación resultaría pobre si no se encuadrase con otras razones: las económicas y las sociales. Eso no quita, por supuesto, que ahora podemos ver con mayor claridad el sustrato simbólico de los últimos hechos en Honduras: ayer un hombre mató a otro por la pelea en la que discutían quien quedaba adentro o afuera de un portón, dos amigos se agarraron a machetazos por un partido de fútbol, una mujer lanzó su hijo a los perros para que lo destazaran, un hombre alegó que sólo había cometido un "error humano" al cortarle los pies a su esposa, el presidente dijo que se debía olvidar de los derechos humanos para combatir la delincuencia y restablecer nuestros derechos (¿cuáles?) y así ad-nauseam; los conceptos del bien y de mal se desdibujan, se pasa a la ley del más fuerte y los casos de violencia se vuelven cada vez más inquietantes y absurdos. Resulta una obviedad dar un dictamen: la gran muerte es la única que se levanta para blandir su guadaña sobre miles de habitantes en ese país olvidado, es ella quien realmente se ha llegado a empoderar y la que muestra sus luces tras los rostros. 

No hay comentarios: