jueves, 24 de agosto de 2017

Los héroes han muerto: la sublimación de una crisis

En Metahistoria, Hayden White nos dice que, cuando la sociedad se va escindiendo y una época comienza a llegar a su final, las narrativas históricas se tornan oscuras, sarcásticas, prima la visión satírica y trágica del mundo, la imposibilidad de reconciliarse con la realidad y un triunfo posible de lo humano sobre sus circunstancias. Sintomático de nuestra época, el héroe del serial ha encanecido tal como la sociedad capitalista tardía y sus viejos ideales liberales caen, mientras otros de dudosa reputación se levantan. Como un un espejo más, los filmes comerciales nos están hablando, a veces entre líneas y algunos de manera muy directa, sobre la vejez y la crisis de esta generación

Los héroes en general son la idealización del super-yo social, funcionan como figuras morales dirigidas a los más jóvenes y medios de ideologización. Un héroe representa lo ideal, es un parangón en el cual medirse; así los héroes míticos son el prospecto del hombre y la mujer total, va de lo individual a lo social; por otra parte, los héroes nacionales son la aspiración colectiva de una patria, va de lo social a lo individual. Estas figuras políticas y culturales son reinterpretadas en cada generación e incluso sustituidas cuando sufren desgaste: el Serial B dio paso al  Westerm y, más tarde, este último cedió su lugar al cine de superhéroes.   



La característica principal de esta etapa cinematográfica es un heroísmo sórdido y sarcástico, el bien y el mal se vuelven conceptos completamente subjetivos cuando antes estaban muy marcados: basta ver la distancia que hay desde Superman (1978) hasta Deadpool (2016). Entre otras cosas, también la seguridad se vuelve una obsesión enfermiza como la  de Tony Stark en Civil War, reverso de un primer mundo en el que los ataques terroristas están a la orden del día.  Por otra parte, el paso del tiempo se vuelve patente y nos muestran a un Logan decrépito que sobrevive cuando los héroes fenecieron y el mundo se ha tornado "demasiado complicado" como les dice a Charles Xavier. Toda oposición es vana ante esas realidades y, como los rebeldes de Star Wars de por sí moralmente dudosos, son derrotados, lo único que nos pueden heredar es la esperanza e, incluso en los héroes infantiles, sólo pervive el legado.

La reminiscencia es también un tema recurrente, pero no desde un punto de vista nostálgico. A los personajes en escena los persigue su pasado, es decir: sus pecados. Como al capitalismo y a las potencias liberales de nuestra época, los persiguen los fantasmas de una Guerra Fría ya terminada; de una sociedad altamente especializada, pero con un gran vacío ideológico; de los conflictos bélicos  y la explotación en el tercer mundo. Sea cual sea el caso, ese pasado regresa para asesinarlos en la forma de sí mismo (Logan), de un viejo amigo (Capitán América: El soldado de invierno), de la tecnología (Star Wars) o de la múltiples mentiras que la sociedad necesita para sobrevivir (Batman: el caballero de la noche asciende).


Desde hace mucho, se escenifica un miedo constante al final abrupto de todo aquello que el sistema había conseguido. La destrucción puede venir por catástrofes apocalípticas, computadoras que toman el control, o revoluciones; quizás referencia a un temor constante en el capitalismo tardío: la rebelión de aquellos a quienes se oprime o que el sistema simplemente implosione y se degrade. Luego se pasa a contar la historia de aquellos que sobreviven, su intento desesperado por que pervivan los últimos resquicios a como dé lugar. La supervivencia sistémica apela a la vieja frase de que el fin justifica los medios o a colocar una mentira más piadosa como sustento social (El caballero de la noche asciende o Watchmen).

El mal en estos filmes no tiene una cara concreta, son grandes complejos industriales, el caos social, ejércitos particulares, políticas públicas corruptas, imperios galácticos ultra-tecnológicos para los que un puñado de rebeldes son menos que una mota de polvo. Quienes dan la lucha son seres pequeños en un mundo sin fe y su último acto en la instancia definitiva sólo consiste en reconocerse en el otro, una última victoria ante la totalidad que los supera, un último abrazo a un desconocido en Rouge One, y una última esperanza puesta en la siguiente generación como en Logan. Esta asunción de lo social en su imperfección inherente quizás anuncia el ocaso del cine de superhéroes y, tal vez, presiente la conclusión de este ciclo social en el cual el capitalismo sobrevivió a sus enemigos ideológicos menos al mismísimo capitalismo.