El triunfo de la Muerte del pintor Pieter Brueghel el Viejo. |
Claro, esta explicación resultaría pobre si no se encuadrase con otras razones: las económicas y las sociales. Eso no quita, por supuesto, que ahora podemos ver con mayor claridad el sustrato simbólico de los últimos hechos en Honduras: ayer un hombre mató a otro por la pelea en la que discutían quien quedaba adentro o afuera de un portón, dos amigos se agarraron a machetazos por un partido de fútbol, una mujer lanzó su hijo a los perros para que lo destazaran, un hombre alegó que sólo había cometido un "error humano" al cortarle los pies a su esposa, el presidente dijo que se debía olvidar de los derechos humanos para combatir la delincuencia y restablecer nuestros derechos (¿cuáles?) y así ad-nauseam; los conceptos del bien y de mal se desdibujan, se pasa a la ley del más fuerte y los casos de violencia se vuelven cada vez más inquietantes y absurdos. Resulta una obviedad dar un dictamen: la gran muerte es la única que se levanta para blandir su guadaña sobre miles de habitantes en ese país olvidado, es ella quien realmente se ha llegado a empoderar y la que muestra sus luces tras los rostros.
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