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sábado, 22 de noviembre de 2014

22-11

[Noche del 26 de enero de 2013]

“Soñé que estaba en Praga con vos; sin embargo, no te veía ni podía percibir mi cuerpo o el tuyo. Solo éramos como dos voces en off que recorrían la ciudad; pero sí estaba seguro que eras vos mi compañía. Hablábamos de que no existían puentes en esa urbe. Yo te decía que eso no era cierto, que sí había uno; porque Joaquín Sabina lo mencionaba en una canción, y el puente tenía el nombre de un Rey o Emperador que se llamaba Wenceslao o Pedro. Luego vos me insistías en "que no, que no habían puentes en Praga"; porque no habían ríos. Entonces, ya sin la sensación de que éramos voces en off sino de que estábamos en algún parque praguense, aunque sin nuestros cuerpos, como fantasmas, mirábamos frente a nosotros una extensión muy grande de agua, algo tan inmenso que no sabíamos si era un río muy caudaloso o simplemente el mar. Después me desperté."

03. Cristales de bohemia by Joaquín Sabina on Grooveshark

viernes, 17 de febrero de 2012

Sueño 17-02-12


Anoche soñé que en una calle de Comayagüela, André Breton tenía una tienda de espejos. Yo pasaba con una amiga por allí; pero al pasar como por segunda vez, resultaba que no era André Breton, sino un anciano que se le parecía demasiado, que se había dedicado a viajar por el mundo y había terminado en Honduras. Cuando entraba a su casa, me daba cuenta que no sólo vendía espejos, también antigüedades. Platicamos mucho rato sobre tantas cosas del surrealismo, además de sus viajes. Él tenía una gran colección de cine de autor en VHS y de fotografías (extrañamente todas eran de él en la punta de torres medievales muy altas y la mayoría de lugares en España). Por cierto que a pesar de decir que era de Granada, tenía un acento muy francés. Quedábamos de prestarnos películas y me iba de su casa todavía con la ligera sospecha de si me había mentido sobre la historia de su vida, no sé por qué.

viernes, 4 de febrero de 2011

¿Y ustedes creen que tienen sueños raros?

Ayer, soñé que íbamos de excursión a un pirámide azteca. Estaban todos los alumnos, profesores de la carrera de letras y todo mis parientes. Aparentemente era una especie de Meca a la que todos debían ir, porque el lugar estaba lleno a más no poder, en especial de pueblos indígenas de todas las partes del continente americano.

Por dentro, tenía un estilo entre indígena y colonial, la gente caminaba al rededor de un trono adornado de flores y plumas muy coloridas. Todos daban miles de vueltas al rededor del emperador Moctezuma haciendo todo tipo de rituales y cantos. No me sorprendió el darme cuenta que el director de cine Alejandro González Iñárritu era Moctezuma y vivía en el centro de la pirámide; sí me asustó un poco que él estaba sentado en su trono y no tenía expresión alguna en su rostro.

Aquel lugar no parecía tener fin y, entre más nos adentrábamos en tal recinto, más oscuro se volvía todo ("¿Por qué nos adentramos en una pirámide?", me preguntaba, "En todo caso lo menos que estaremos haciendo es dar vueltas, no en círculo pero sí piramidales" ) Seguimos avanzando en línea recta, habitación tras habitación, hasta que se tornó una especie de mansión de estilo neo-clásico y entonces una plaga e zombis invadió el lugar. A puño limpio, y sin no pocas pérdidas (cuando todavía no nos organizábamos, mi prima Carmí fue mordida en un salón antiquísimo, de colores verdes, con lianas, árboles y lleno de elementos pantanosos), lográbamos llegar a la salida.

Ya afuera, veíamos los buses de la excursión que nos esperaban y el sol brillaba sobre un valle. Los indígenas del lugar, que caminaban descalzos de regreso a sus casas que se encontraban distribuidas en todas partes del continente americano, nos decían, cuando paraban de entonar sus alegres canciones, unos que aquello era Memphis y otros que era Minessota. El valle era realmente bello, más allá de las alambradas lo regaba la luz con sus rectilíneos rayos y se extendía sin fin aquella hermosa tierra.