Durante 1888, Van Gogh pinta una serie de cuadros referentes a sembradores. Es de hacer notar que él era predicador, así que su trabajo es, en cierta forma, "cosechar el evangelio"; pero esto va más allá de lo religioso y tiene que ver con su actitud ante la vida: "En lo que concierne, debo convertirme en un buen predicador, que tenga algo bueno que decir y que pueda ser útil al mundo", nos dice. El pintor busca la pobreza de espíritu para encontrar algo verdadero. Sólo si entrega su amor a algo digno, entonces podrá ser más fuerte y su voz será escuchada. Esa pobreza de espíritu deberá cosechar algo, quizás la bondad humana, quizás el amor más fuerte. Él es quien reparte la semilla mientras el sol se hunde por el poniente. Antes de su muerte, su última pintura es un campo abandonado sobrevolado por cuervos... Su prédica ha terminado, el campo está desamparado y el sembrador ha sido derrotado por el mundo.
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