sábado, 1 de noviembre de 2014

Sergei Eisenstein y el Día de Muertos






“Y la gran sabiduría de México sobre la muerte. La unidad de la muerte y de la vida. El paso de una y el nacimiento de la otra. El eterno círculo. Y la sabiduría aun mayor de México: el saber disfrutar de ese eterno círculo. Día de los difuntos en México. El día de mayor diversión y regocijo. El día en que México provoca a la muerte y se ríe de ella. La muerte es tan sólo un paso a otro ciclo de la vida, ¿por qué temerla, pues? Las sombrererías exhiben calaveras con sombreros de copa y sombreros de paja. Los dulces toman la forma de cráneos de azúcar y ataúdes de confitería. Grupos de gente van al cementerio y llevan comida a los muertos. La gente juega y canta sobre las tumbas. La comida de los muertos se la comen los vivos. Cada vez se bebe y se canta más. Hasta que la noche cubre el día de los difuntos. El día de los difuntos se convierte en el día del nacimiento de nuevos seres, de nuevos arribos. Y de debajo del cráneo espantoso de la grotesca mascara y fiesta de muerte, asoma el rostro sonriente de un recién nacido que impone la ley inmutable de la muerte que sigue a la vida y de la vida que sucede a la muerte”.

-Sergei Eisenstein, El sentido del cine.

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