Anoche, caminaba de regreso con unos amigos de la universidad. Las calles estaban llenas de personas que se apresuraban vaya a saber uno hacia dónde, mientras que los buses y los autos corrían de forma lenta en diferentes direcciones. Uno de mis compañeros se atemorizaba cada vez que un carro casi rozaba la acera y yo me balanceaba apenas en la orilla.
-Toluca está llena de gente loca. Es peligroso que vayas a la orilla de la acera.- Me dijo uno de ellos.
-Esto no es peligroso- repliqué.- De hecho, Toluca es una de las ciudades más tranquilas en las que he estado. No hay gente tan loca como vos decís.
- Órale, ¿En serio tú crees eso?
-Sí, sólo mirá… Vamos caminando los tres en mitad de la noche, las calles están llenas de gente y carros. Yo no podría hacer esto en mi país.
- ¿En serio?¿Y qué tan peligroso es allá?-
-Tan peligroso que en las calles de la ciudad donde vivía antes, andaban una cabeza humana de casa en casa para cobrar impuesto de guerra.
-Órale, es como un Tepito…
-Sí, un Tepito de un millón de habitantes.
Ambos me miraron y abrieron los ojos hasta lo más grande que podían.
-Justo antes de regresar de Honduras, en las últimas vacaciones, hablaba con un amigo de que cualquiera que haya sobrevivido en esas ciudades es como una especie de super-hombre o super-mujer en cualquier otra.
-Entonces ya tenemos a quién enviar en misiones a Tepito.- Dijo la joven acompañante que hasta ahora había guardado silencio.
Los tres nos reímos y seguimos caminando en mitad de la noche.
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