lunes, 11 de noviembre de 2013

Memento mori / Carpe diem

Hoy  fui a un concierto de Joaquín Sabina, llegué con una hora de antelación para evitar las filas (ellas y yo somos enemigos naturales); así que me tocó estar con mi cafecito en el teatro vacío. Mientras todo se iba llenando, me dio por ponerme a pensar en el tipo de vida que he llevado hasta ahora, en lo interesante y plena que ha sido a pesar de los dolores.

Tengo muchas historias para contar, viajes, poemas y garabatos por allí guardados que ya ni sé si publicaré. He leído dulcísimos libros, visto tantísimas películas en buena compañía, escuchado música hasta el escalofrío y llorado ante pinturas de ángeles con nombres de puentes. Adoro mi trabajo, disfruto aquello a lo que me dedico. Desde mi infancia me he sentido amado por aquellos que me rodean. Me he enamorado varias veces: amores que no me pararon bola, amores que me dieron cachetadas, amores que me dejaron estancados sin poder pronunciar una sola palabra o pronunciando demasiadas sin decir nada, amores que me mintieron o me dejaron esperando y esperando. He conocido hombres y mujeres increíbles, y, aunque siempre habrá aquellos traicioneros, tengo muchos buenos amigos, gente interesantísima que llena mi existencia en este país, en mi tierra y en otros países lejanos.   

Sí, me duele Honduras, me duele el destino sufrido por cada uno de nosotros allá, sé que todo puede irse a la porra en cualquier momento. Sí, "todo esto se va a perder como lágrimas en la lluvia" (aunque yo preferiría una gran carcajada), sin embargo, justamente eso da sentido a todo esto, porque no habrá otra existencia, ni se repetirá este momento en la eternidad, ni tendrá ningún significado por sí mismo. No es conformismo o ausencia de desgracias; pero soy feliz, me llena estar vivo. Y, carajo, como decía Frida:  ¡Qué viva la vida!

domingo, 3 de noviembre de 2013

3-11

Hace unos días, en unas pequeñas clases sobre historia de la Guerra Fría,  nos explicaban cómo perduran los patrones de la visión bipolar del mundo que se había producido durante ese conflicto. Es decir, para muchas personas la vida sigue siendo o blanco o negro, o rojo versus barras y estrellas. Esto pasa en la izquierda como en la derecha.

Voy a obviar a las personas que dicen tener una posición neutral; aunque ciertamente dudo de la posibilidad de posiciones neutrales después de leer a Teum Van Dijk (lingüísta en el que baso mi tesis de posgrado), quien establece que las ideologías son omnipresentes al ser una forma de cohesión de las comunidades; pero con la salvedad de que en las persona pueden convivir diferentes ideología aunque estas se contradigan entre sí. Van Dijk nos presenta el caso de una estadounidense del partido demócrata, de quien, después del análisis de su discurso, se descubre que además es feminista, izquierdista y católica; pero ella asumiría una o varias de acuerdo a las circunstancias. No hay bipolaridad en las ideologías sino una pluralidad.

En Honduras, hay remanentes del pensamiento bipolar de la Guerra Fría y eso nos lleva a un montón de prejuicios. El más típico de estos es que si sos de izquierda no podés tener lujos, ni vestir bien, ni nada que tenga que ver con el capitalismo; porque estás condenado, así que debés vivir como si de un monje ascético medieval se tratara. Esta opinión la he escuchado en personas de derechas y de izquierda; olvidando aquello de que el habito hace al monje o  como dijo Marx "A un hombre no se le juzga por la clase a la que pertenece sino por sus acciones".

Además, hay quienes asumen la humanidad debe elegir "el sistema que produce riqueza" (esta frase es típica de la gente que se define como derecha); como si elegir entre izquierda y derecha supone una barita mágica que va a hacer que el país prospere sin tomar en cuenta  que cada Estado tiene sus problemas particulares o la necesidad de una fidelidad a principios éticos. Cada nación tiene su propia realidad social a la cual se deben dar ciertas respuestas; hay muchos ejemplos de como los movimientos revolucionarios en África y Medio Oriente se fueron al carajo por no entender esto y también nuestra querida Honduras es la muestra viva de cómo un sistema corrupto, sin importar la ideología, no funciona.

En ciertos sectores se mira a los intelectuales críticos como si fueran un problema, en vez de  algo necesario para tener una visión amplia y corregir los errores. También existe una visión idílica del intelectual neutral, como si no se pudiera tener una postura siempre que se justifique. 

Es común encontrar la creencia de que la única forma de lograr algo es causar el caos necesario hasta que nuestras peticiones sean aceptadas y, en caso de que te pongas a negociar con alguien de una opinión contraria, ya se te califica de traidor y de vendido o con la típica frase de "los dos son lo mismo". Por otra parte, también está la gente que dice cosas como "con andar en las calles no se cambia un país" y debo suponer que, para ellos, los grandes cambios en la humanidad se dieron porque la gente decidió quedarse en sus casas y esperar. 

Es común el típico error de asumir que alguien es bueno sólo por ser de derecha o mejor persona por el simple hecho de ser de izquierda, como si el comportamiento moral fuera proporcional a pertenecer a una tendencia ideológica. Y aquí viene otra cosa: el prejuzgar a las personas desde que sabés su posición. Ni hablar de aquellos que asumen que uno va a abalar cada cosa que suceda en gobiernos con los que se comparte la misma postura política o quiénes creen que izquierda equivale a comunismo y que derecha es proporcional a democracia, pero sólo la democracia que sólo contenga sus ideas y nada más. 

La vida no es blanco y negro, ser de izquierda, derecha o tener una posición neutral no te hace bueno ni te da la razón sólo porque sí.  Ni la izquierda ni la derecha son lo mismo que fueron durante la Guerra Fría y no se pueden juzgar en la actualidad bajo esos mismos parámetros; pero algunos insisten en actuar como si esa etapa de la historia no hubiera terminado. En lo particular me considero de izquierda, pero siempre manteniendo una visión crítica al respecto y sin dar por sentadas muchas cosas; quizás eso me ha granjeado muchas enemistades en ambos extremos en los últimos dos años.