lunes, 6 de marzo de 2023

Qué difícil es ser un Dios



Esta es una película dirigida por Aleksei Yuryevich German (URSS, 1938 - Rusia, 2013), estrenada de manera póstuma. Este filme está basado en la novela del mismo nombre escrita por los hermanos rusos Arcadi y Boris Strougarski (uno de sus cuentos inspiró Stalker de Andrei Tarkovsky).

En esta historia, unos astronautas han llegado hace varios años a un planeta idéntico a la Tierra, pero en el que nunca se dio el Renacimiento; así que sus habitantes viven en una perpetua Edad Media. Uno de los terrícolas decide hacerse pasar por el hijo de un dios pagano, interviniendo en los asuntos de aquel sitio, contrario a las recomendaciones de los científicos que los enviaron; él es nuestro guía en esta suerte de tierra baldía extraterrestre donde la lucidez, la inteligencia y el arte no tienen lugar alguno. El mismo personaje es alguien cansado, harto de aquel tugurio; los múltiples primeros planos a él, y a veces a quiénes lo rodean, sólo reflejan ese hartazgo propio del ostracismo o la apatía ante lo irredimible. 

Este filme habla, en clave, sobre la degradación de la sociedad y el totalitarismo; película de una estética grotesca, escatológica y carnavalesca. Quizás sea pesada para algunos, pues el filme es extenso, muy lento, con muchos planos largos y detallados; por lo cual exige de nosotros una gran resistencia para las más de tres horas que dura; esa pesadez y lentitud de las imágenes va al compas con la de ese mundo que nos intenta transmitir. A lo largo de él, somos testigos de la desidia, el pesimismo y el desencanto que, a su vez, es un eco de un sitio, como el mismo personaje menciona, donde jamás existió la belleza.