domingo, 25 de enero de 2015

Pequeñas victorias

Ayer, se detuvo la intención del presidente Juan Orlando Hernández (Partido Nacional) de elevar a rango constitucional la Policía Militar de Orden Público (PMOP). Para los que son extranjeros y aquellos que no están al tanto de la situación, déjenme explicarles que este tipo de policía es un escuadrón especial que se creó con el fin de combatir la delincuencia debido a los altos indices de violencia que se viven en mi país. El mayor "pero" a este proyecto es que representa regresar a un pasado militarista donde las instituciones civiles (la policía en este caso) estaban bajo el control del ejército. 

El plan de Orlando Hernández consistía en elevar la PMOP a carácter de permanente y bajo el control directo de la presidencia de la república (de acuerdo a cada situación, las fuerzas del orden público en Honduras responden a diversos poderes del Estado). Por su parte, la oposición alegaba que una organización de ese tipo bajo el control de una sola persona podía llevar a  que se le diera un mal uso y, en el caso de Juan Orlando, a que la utilizara como su propia guardia pretoriana para su defensa y llevar a cabo sus intenciones reeleccionistas.

Durante los días previos, una campaña de presión se hizo sentir contra los cuatro partidos de oposición (LIBRE, Partido Liberal, PINU-Socialdemócrata y Partido Anti-corrupción). Los diputados denunciaron que estaban siendo intimidados de diversas formas y, por si fuera poco, el mismo presidente de la república convocó a una cadena nacional de radio y televisión para decir que si no lo apoyaban era porque estaban coludidos con la delincuencia. Al final, el resultado de la votación fue de 67 votos en contra y 61 a favor.  Considero que la derrota del Partido Nacional fue lo mejor que pudo pasar. Minutos después, el mismo presidente anunció que iba a convocar a un plebiscito; aunque de nuevo necesita contar con la aprobación por mayoría calificada en el congreso y eso implicaría una negociación. 

Lo interesante es que Juan Orlando no se da cuenta que con esa insistencia sólo está uniendo cada vez más a la oposición y conjuntándola en su contra. Claro, el futuro sigue mirándose oscuro y parece que seguirá así. Hace unos días regresé de Honduras y puedo dar fe de que nada ha cambiado: las muertes, la corrupción y la delincuencia son el pan diario, la crisis hace que cada vez más gente intente escapar a como dé lugar; por muchas estadísticas falsas y medios comprados, uno no puede esconder eso. 

Mi patria se ha convertido en un país donde la esperanza ha sido llevada hasta los suelos. En los últimos dos años, ha sido golpe tras golpe a cualquier optimismo. Quizás por eso estamos contentos por esa pequeña victoria de ayer. Hemos estado tan acostumbrados a las decepciones y a morder el polvo a cada momento, que hasta lo más ínfimo nos parece un paso monumental. Como dijo Fabricio Estrada después de la votación: "Un poco de luz, caramba, tan sedientos de cielo estábamos".

domingo, 18 de enero de 2015

Mudanza (Otra vez).

Un año más en este blog y he decidido cambiar la dirección. Sí, es por tercera vez en los seis años que llevo usando esta plataforma, ya sé. Antes de que se vengan los reclamos, déjenme decirles que se debe a cuestiones prácticas, porque la actual es demasiado larga y cuando la piden (aunque no me crean, a veces pasa) tengo que remitir a las personas al buscador de Google. 

El día que he elegido para hacer la mudanza es el domingo 25 de enero. Quienes quieran saber la nueva dirección (si es que hay algunos), sólo revisan mi cuenta pública de Twitter o la privada de Facebook (los afortunados a los que tengo en esa red social) o le dan El libro de Manuel en el buscador de Google (cuidado con un blog mexicano inactivo que tiene el mismo nombre). De paso les anuncio que quizás salte a otras plataformas como Youtube para retomar algunos artículos en vídeos cortos, lo cual anunciaré cuando las planes estén concretados. 

Para serles sincero, había considerado cambiar el nombre del blog y su estilo, pero creo que le he agarrado cariño al nombrecito. Como esto es medio intrascendente, no le quería dar tanta importancia; sin embargo, alguien me recomendó que hiciera este anuncio. Si algo he aprendido de 2008 para acá es que no se debe exagerar las cosas, porque se llega a niveles patéticos y luego como dice la canción... 

domingo, 11 de enero de 2015

El fantasma de Vicente Huidobro


"Alberto Álvarez fue el albañil que construyó, hace más de cincuenta años, la casa de campo del antipoeta y mago. El escritor Volodia Telboim revela en su biografía Huidobro: la marcha infinita (Ediciones BAT, Santiago de Chile, 1993) que Álvarez  vio morir al poeta cuando se iba 1947 y comenzaba 1948:

"Entró al dormitorio donde yacía peleando con la muerte y cuenta que lo divisó lacio, con los ojos que se le iban para atrás, con la piel que se le fue poniendo traposa. Estaba más flaco y la nariz se le veía más grande. No decía nada. No se podía mover y golpeaba las sábanas con un dedo. Me asusté mucho ¿Por qué tenía tanto miedo? No ve que decían que había hecho pacto con el diablo. Pero ¿por qué decían eso? Sería porque trabajaba de noche y dormía de día, o por las cosas raras que han pasado aquí, por las apariciones, por los jotes que no se separaban del ataúd. Vaya a saber uno. Tal vez se murió porque se había casado con una mujer mucho más joven y se ponían inyecciones para responderle."

Otros testigos aseguran que el padre de Altazor y de Temblor de cielo, así como del Creacionismo y de más de una treintena de obras muy variadas, tanto en verso como en prosa, aún cabalga cubierto de una manta de Castilla. Los labriegos dicen que en su antigua casa de campo se pasean los espíritus. Algunas noches lo sienten llegar convertido en una sombra blanca. De pronto escapa de la tumba una carroza fúnebre, y arriba se equilibra una especie de fantasma vestido de negro. Es Huidobro, el demiurgo de la razón clandestina, no puede ser otro que Vicente Huidobro. El diario El Mercurio, de Santiago de Chile,  recoge el testimonio del albañil Alberto Álvarez: 

"De la puerta de mi casa divisé que venía algo de arriba. Era un hombre a caballo corriendo rápido, directo a los alambres de ropa tendida... Pensé: aquí se corta la cabeza el fulano. Y cuando voy viendo que pasa por los alambres sin siquiera moverlos, oiga. Y el que pasa, ya se ponen a aullar los perros... Otra noche vi unas mujeres que venían de a pie. Creí que eran mis hermanas, cuando más de cerca veo que no tenían ni vestido y que debajo del pañuelo de la cabeza tampoco tenían cara. Me entré corriendo. Gritaba como si fuera un loco."

La versión del albañil, envuelta en lo fantasmal aparece en aquel periódico del 26 de junio de 1983.

Volodia Teitelboim, que también escribía versos con inquietud existencial y metafísica, estuvo muy cerca del poeta como discípulo asombrado, durante su juventud. Muchos años después, el estupor no desaparece y reflexiona:

"No sé si alguna vez Vicente, en vida, pudo imaginar que se construiría una leyenda con visos demoníacos; que se convertiría para algunos en historia de aparecido y en superstición local. Tomando en cuenta sus estudios especiales de ocultismo en París, y algunas de sus obras donde pretende entrar en contacto con lo sobrenatural, quizás el fenómeno no le hubiera ni extrañado ni desagradado. Creía en la transmisión del pensamiento. Vladimir también admite que su padre era medio brujo. Rememora que le gustaba hipnotizar amigos y hacía con él pruebas de poder mental."

Ese niño nació en 1934 y ha sido funcionario del Ministerio de Economía. Sobre el poder mental de su padre, dice que el antipoeta y mago se iba a la última pieza de la casa: 

"...mientras nosotros en la sala escondíamos cualquier cosa. Volvía y la encontraba, sin siquiera sospechar qué habíamos escondido. No sé si alguna vez invocó al diablo, pero esos asuntos le gustaban. Seguramente hizo sesiones de espiritismo. Me han dicho que ahora es uno de los personajes favoritos de los médiums. Y cuando he estado en una sesión de amigos aficionados mi padre llega sin que lo llamen"


-Hernán Lavín Cerda, Vicente Huidobro, el brujo, el iniciador, el visionario.