martes, 28 de febrero de 2012

Volver a los 17





"Volver a los diecisiete
después de vivir un siglo
es como descifrar signos
sin ser sabio competente.
Volver a ser de repente
tan frágil como un segundo,
volver a sentir profundo
como un niño frente a Dios,
eso es lo que siento yo
en este instante fecundo.


Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra,
como el musguito en la piedra,
ay, sí sí sí.


Mi paso retrocedido,
cuando el de ustedes avanza;
el arco de las alianzas
ha penetrado en mi nido
con todo su colorido,
se ha paseado por mis venas
y hasta las duras cadenas
con que nos ata el destino
es como un diamante fino
que alumbra mi alma serena.


Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra,
como el musguito en la piedra,
ay, sí, sí, sí.


Lo que puede el sentimiento
no lo ha podido el saber,
ni el más claro proceder
ni el más ancho pensamiento.
Todo lo cambia el momento
cual mago condescendiente,
nos aleja dulcemente
de rencores y violencia:
solo el amor con su ciencia
nos vuelve tan inocentes.


Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra,
como el musguito en la piedra, 
ay, sí, sí, sí.


El amor es torbellino
de pureza original;
hasta el feroz animal
susurra su dulce trino,
detiene a los peregrinos,
libera a los prisioneros;
el amor con sus esmeros
al viejo lo vuelve niño
y al malo solo el cariño
lo vuelve puro y sincero.


Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra,
como el musguito en la piedra,
ay, sí, sí, sí.


De par en par la ventana
se abrió como por encanto,
entró el amor con su manto
como una tibia mañana;
al son de su bella diana
hizo brotar el jazmín,
volando cual serafín,
al cielo le puso aretes
y mis años en diecisiete
los convirtió el querubín.


Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra,
como el musguito en la piedra,
ay, sí, sí, sí."

-Violeta Parra.

domingo, 26 de febrero de 2012

26-2


*Del filme "L'Illusionniste" de Sylvain Chomet.  

viernes, 24 de febrero de 2012

Carta de Julio Cortázar a Edith Aron

"Querida Edith: No sé si se acuerda todavía del largo, flaco, feo y aburrido compañero que usted aceptó para pasear muchas veces por París, para ir a escuchar Bach a la Sala del Conservatorio, para ver un eclipse de luna en el parvis de Notre Dame, para botar al Sena un barquito de papel, para prestarle un pulóver verde (que todavía guarda su perfume, aunque los sentidos no lo perciban). Yo soy otra vez ése, el hombre que le dijo, al despedirse de usted delante del Flore, que volvería a París en dos años. Voy a volver antes, estaré allí en noviembre. 

Pienso en el gusto de volverla a encontrar, y al mismo tiempo tengo un poco de miedo de que usted esté ya muy cambiada, de que no le divierta la posibilidad de verme. 

Por eso le pido desde ahora, y se lo pido por escrito porque me es más fácil, que si usted está ya en un orden satisfactorio de cosas, si no necesita este pedazo de pasado que soy yo, me lo diga sin rodeos. 

Sería mucho peor disimular un aburrimiento. 

Me gustaría que siga siendo brusca, complicada, irónica, entusiasta, y que un día yo pueda prestarle otro pulóver.”

-Julio Cortázar.

domingo, 19 de febrero de 2012

Mujer que no tendré




"El desierto del Sahara está más cerca de mis labios que tus besos, 
y el mercado de Estambul. 
Las mezquitas de la India están más cerca de mis dedos que tu cuerpo, 
y la noche en Katmandú. 


Mujer que no tendré, que no adivinarás mis buenas luces. 
Mujer que no tendré, que nunca sufrirás mis malos ratos. 


Los danzones de Santiago están más cerca de mi ritmo que tus piernas, 
las terrazas de Madrid. 
Los almendros de Tejeda están más cerca de mis sabios que tu escuela, 
el lugar que nunca vi. 


Mujer que no tendré, que no adivinarás mis buenas luces. 
Mujer que no tendré, que nunca sufrirás mis malos ratos.


Mujer que no tendré, que no adivinarás mis buenas luces. 
Mujer que no tendré, que nunca sufrirás mis malos ratos."

-Pedro Guerra. 

viernes, 17 de febrero de 2012

Sueño 17-02-12


Anoche soñé que en una calle de Comayagüela, André Breton tenía una tienda de espejos. Yo pasaba con una amiga por allí; pero al pasar como por segunda vez, resultaba que no era André Breton, sino un anciano que se le parecía demasiado, que se había dedicado a viajar por el mundo y había terminado en Honduras. Cuando entraba a su casa, me daba cuenta que no sólo vendía espejos, también antigüedades. Platicamos mucho rato sobre tantas cosas del surrealismo, además de sus viajes. Él tenía una gran colección de cine de autor en VHS y de fotografías (extrañamente todas eran de él en la punta de torres medievales muy altas y la mayoría de lugares en España). Por cierto que a pesar de decir que era de Granada, tenía un acento muy francés. Quedábamos de prestarnos películas y me iba de su casa todavía con la ligera sospecha de si me había mentido sobre la historia de su vida, no sé por qué.

domingo, 12 de febrero de 2012

"Saben los que te conocen, que no estás igual que ayer."



"Quiero estar en la playa cuando se han ido 
los que tapan toda la arena con celofán. 
Recordar las estrellas que hemos perdido 
y pensar a suerte y verdad nuestro porvenir.
¿Será cómo yo lo imagino o será un mundo feliz?

Quiero estar convencido después del ruido, 
descubriendo por qué olvidamos y volvemos a amar.

Y pensar qué sería de nuestras vidas 
cuando el fabricante de mentiras deje de hablar. 
Mientras miro las nuevas olas, 
yo ya soy parte del mar."



-"Mientras miro las nuevas olas", Serú Girán.

viernes, 10 de febrero de 2012

10 de febrero de 2010

-Finalmente se nos va este muchacho.- Dijo el hombre calvo a las otras bibliotecarias que estaban sentadas junto a él, mientras se levantaba e iba en busca de mis documentos.

-Sí, me va a hacer falta venir a prestarles libros.- Agregué. 

El bibliotecario de la universidad se acercó, selló el papel, me entregó mi solvencia junto con la foto de mi yo a los 16 años y rompió en miles de pedazos mi ficha de lector. Tuve un flash-back de los años que han pasado desde entonces como si al tocar aquel papel todo el dique de recuerdos se hubiese roto de golpe: Miré el adolescente al que le daba miedo hablar en publico y que, ya adulto, terminó dando declaraciones en una radio a nivel nacional; al joven que perdió tiempo estudiando Derecho y que memorizaba artículos de leyes que odiaba a muerte y, con nudo en la garganta, recitaba  Poems in law to Lisa al terminar; volvieron las mañanas en el taller de Literatura y los atardeceres en la Carrera de Letras; observé detenidamente a los amigos muertos de los que me separé por cosas que hoy caigo en cuenta que nunca valieron la pena y de los cuáles nunca me pude despedir; también vi el rostro de aquel con el que platiqué mil veces sobre los libros que amábamos y que en nuestra última plática me regaló precisamente un libro del que recién acabábamos de hablar; estaban allí  los que ya partieron a tierras muy lejanas y los que regresaron más pobres, pero cargados de historias fantásticas; se repitieron las palabras de los maestros a los que les debo lo que sé; escuché la voz de un amor que nunca debió ser y que agradezco que haya sido; y leí de nuevo la frase sobre la que un día posé mis ojos, parte del drama en el que alguien sólo dejó una flor como separador: "La vida es una sombra que pasa".

jueves, 2 de febrero de 2012

¿Los dinosaurios? En algún lugar de La Esperanza