miércoles, 30 de noviembre de 2016

"I've got some bad news for you, sunshine..."

En el final de El Corazón de las Tinieblas de Joshep Conrad, el personaje principal, Marlow, llega a la casa de la prometida de Kurtz, este hombre que se volvió loco en el Congo. Después de que Marlow le informara sobre su prometido, la joven le pide que le diga cuáles fueron las últimas palabras de Kurtz; pero el marinero no tiene el valor necesario para pronunciar "¡El horror!... ¡El horror!"; sabe que eso destruiría a la muchacha, así que elige mentirle. ¿No es esto lo que ha sucedido hasta hoy? ¿No nos hemos creado una dulce fantasía? La victoria de Trump, el No en Colombia, el Brexit son hechos que sólo hacen saltar la mascarada, vemos a través de ella algo que nos disgusta: nuestro propio rostro, el verdadero rostro del mundo.

¿Pero qué clase de fantasía hemos creado? La universalidad, la creencia de que existe ese ideal post-ideológico y globalizado en el que nadie es excluido (por lo menos en apariencia).  Vanitas vanitatum omnia vanitas; el gran error y la ilusión fue levantar sobre esa estructura; pero no romper con la estructura misma hasta desentrañarla. Tras esa supuesta universalidad posmoderna se esconde una gran hipocresía. Un ejemplo sencillo sería como ciertos movimientos sociales, sobre todo aquellos relacionados con la nueva izquierda y el pensamiento liberal, tratan de aferrarse a la corrección política. Podríamos hacer una lista muy larga de las reformas que se hicieron en diversos países en los últimos años en cuanto a convivencia racial, paz y género, pero era sólo vestimenta; en el fondo, el mismo odio estaba allí, sólo que no se expresaba en forma pública por temor a la censura social.  La ortodoxia de esta época, diría Orwell, le inculca discursos de género e inclusión a la masa sólo para ocultar su oscuridad cuando sea conveniente. No se trata de un acto sincero en ningún momento, pues tal sinceridad es imposible en sí misma. Por ósmosis, estas actitudes son más o menos aceptadas en los estratos más bajos, quizás toleradas; pero esa tolerancia tiene un punto de quiebre cuando esos discursos distan demasiado de lo evidente.

Bien dijo Zizek que la violencia es un elemento sustancial de nuestra existencia social, por eso no puede ser negada en una forma absoluta. Sólo somos conscientes de la violencia subjetiva, ejercida por un individuo contra otro (subjetiva en tanto viene de sujeto y de su visión particular); pero todas las sociedades tienen un tipo de violencia simbólica que ejercen sobre sus individuos, ésta es institucional y plenamente aceptada, existe apenas sin que nos demos cuenta, se trata de rituales obscenos por los que todos debemos pasar para pertenecer a un grupo. Aparte de eso, existe también una violencia mítica, que sirve para mantener el orden en la sociedad y asegurar su funcionamiento. Finalmente, en el fondo de todo este miasma, está la violencia divina, aquella que no tiene razón de ser, aquella que simplemente existe sin explicación alguna.

Sin que signifique llegar a extremos, claro, lo inquietante es que, en el fondo, los seres humanos son incapaces de desligarse de su propia violencia y odio; porque negar esos instintos es negar la humanidad misma y las posibles funciones sociales que esa brutalidad cumple (no necesariamente negativas, porque también puede ser liberadora). Esa idea de que podemos aceptar totalmente al "otro" es una idealización y, por tanto, una gran mentira, un cinismo ideológico que nos ha hecho negar la realidad más cruda. La pregunta, aunque nadie le prestó atención, estuvo en el aire desde hace bastante ¿Cómo lidiamos con los monstruos que hay dentro de nosotros?¿Basta sólo con cerrar los ojos? Ahora esas bestias han salido a la superficie, el futuro no es precisamente brillante y, como decía Conrad, parece conducir únicamente a las tinieblas o, por lo menos, a darnos de narices con un muro. En palabras de Jean Braudillard, esto es lo que sucede después de la orgía.

viernes, 30 de septiembre de 2016

"Si estás preso en el sueño del otro..."

Objeto para ser destruido u objeto indestructible, de Man Ray.

"Cuando Freud y Lacan insisten en la naturaleza problemática del imperativo básico judeocristiano de "ama a tu prójimo", no marcan la típica posición crítico-ideológica sobre cómo toda noción de universalidad está contaminada por nuestros valores particulares e implica por ello exclusiones secretas, sino que señalan la cuestión mucho más potente de la incompatibilidad del prójimo con la dimensión misma de la universalidad. Lo que se resiste a la universalidad es la dimensión propiamente inhumana del prójimo. Por ello encontrarse a uno mismo en la posición del amado resulta tan violento, incluso traumático: ser amado me hace sentir directamente la distancia entre lo que soy como ser determinado y la insondable X que hay en mí y que causa el amor. La definición lacaniana del amor («amar es dar algo que uno no tiene...») ha de ser complementada con: «... a alguien que no lo quiere». Pues, efectivamente, ¿somos conscientes de que los conocidos versos de Yeat describen una de las más claustrofóbicas constelaciones que uno pueda imaginar?:

"Si tuviese yo las telas bordadas del cielo 
recamadas con luz dorada y plateada,
 las telas azules y las tenues  y las oscuras,
de la noche y la luz y la media luz, 
extendería las telas bajo tus pies: 
pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños; 
he extendido mis sueños bajo tus pies; 
pisa suavemente, pues pisas mis sueños".

En pocas palabras, como afirmó el filósofo francés Gilles Deleuze, «Si vous êtes pris dans le rêve de l’autre, vous êtez foutu» (Si estás preso en el sueño del otro, estás jodido); o, como escribió en un memorable pasaje Neil Gaiman, el autor de la novela gráfica The Sandman

"¿Has estado alguna vez enamorado? ¿Horrible, verdad? Te hace muy vulnerable. Abre tu pecho y abre tu corazón y significará que alguien puede entrar en ti y revolverte por dentro. Tú construyes todas esas defensas, construyes una armadura completa de forma que nada pueda herirte, y entonces una persona estúpida, similar a cualquier otra estúpida persona, se aventura en tu vida estúpida... les das una parte de ti. No la pidieron. Sólo que un día hicieron alguna tontería, como besarte o sonreírte, y desde ese momento tu vida ya no es tuya. El amor toma rehenes. Se mete dentro de ti. Te come por completo y te deja llorando en la oscuridad, de forma que una simple frase como «quizá sólo deberíamos ser amigos» se convierte en una astilla de cristal directa hacia tu corazón. Duele. No sólo en la imaginación. No sólo en la mente. Duele el alma, un verdadero dolor que-se-mete-dentro-de-ti-y-te-descuartiza. Odio el amor". 

En los últimos años de su vida, el director de cine soviético Andrei Tarkovski vivió en Estocolmo mientras trabajaba en su película Sacrificio. Se le ofreció una oficina en el mismo edificio en que disponía de una Ingmar Bergman, que por entonces todavía vivía en Estocolmo. Aunque los dos directores se profesaban un profundo respeto y una gran admiración, nunca se conocieron, sino que se evitaron escrupulosamente, como si su encuentro directo pudiese haber sido demasiado doloroso y destinado a fallar por la aproximación de sus universos. Ellos inventaron y respetaron su propio código de discreción".

-Slavoj Zizek, Sobre la violencia: seis reflexiones marginales.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Solaris (1972)



Miré Solaris (1972) hace unos días, era una de mis deudas pendientes con el cine de Andréi Tarkovsky, y me hizo cuestionarme ¿qué tan válido es elegir una mentira, un sueño, una ilusión para sostenerse? Es como si saliéramos de la caverna y luego dijéramos que la luz no importa y vamos a regresar al fondo, porque el ver nos produce dolor. En ese sentido, este filme es un hijo  (o quizás antecedente) de la Posmodernidad más que de una crisis de fe religiosa en el Estado Soviético. 

La posmodernidad es un concepto complicado; pero, en resumidas cuentas, desde ella se pregona la validez de todos los significados (no hay significante absoluto en la sociedad, así que básicamente ninguno es válido), ensalza el placer personalísta, se desdice del fin de la historia y pregona que la utopía, salvo la de autorrealización, termina en una pesadilla. La época moderna se ha vaciado de contenido, sólo hay un hueco que debemos llenar con un significado cualquiera, ya no importa, el gran significante ha caído y sólo hay que vestir una piel para evitarnos el frío.

La pregunta sería abierta ¿Se puede creer? No sólo en cuestiones religiosas, sino en revoluciones, en utopías, en una identidad o en un ideal. Pues ahí está el meollo del asunto: desde la perspectiva posmoderna, lo ideal está muerto. Como la esposa del psicólogo Kris Kelvin (Donatas Banionis), la idealización regresa y se nos presenta, cobra carne; esto nos aterroriza al principio, aunque después volvamos abrazarla con total normalidad mientras dormimos.  Lo desaparecido se nos muestra como un fantasma viviente, lo suficiente para no querer separarnos de ello; a pesar de que sea apenas la forma de aquello que habíamos amado.  La esposa muerta no recuerda haber sido otra y, al principio, quiere retomar su papel; pero a ella también la asfixia la indefinición, el saber que nos está conduciendo de la mano por una mentira, así que anhela su propia muerte. El ideal tiene dentro de sí su propia destrucción: el descubrirse como tal, como construcción, es decir, como simulación. 

El final nos deja la duda en cuanto al regreso. Ese punto del mar, ese ojo del huracán, donde el psicólogo se refugia con la figura paterna ¿es su realidad?¿Esa isla simboliza que eligió quedarse en un sueño?¿La realidad  es un sueño entonces, sólo que de un tipo distinto al que le proponía el planeta? El mar de Solaris se nos parece a ese ombligo del sueño del cual nos hablaba Freud; desde ese centro huracanado vienen esos seres que cobran carne, nuestras ilusiones. Todos los científicos de la Estación rechazaban esas representaciones, pedían mesura, arraigo en lo objetivo; pero sin dejar de acusar la deshumanización. Esa capacidad de pedir la objetividad y saberse desidealizados los hace caer en el pesimismo. A pesar de todo, en el final, Kris argumenta que algunas cosas de la humanidad deben dejar de tener explicación, deber presentarse como misterios y no ser reveladas.


domingo, 11 de septiembre de 2016

Retomar "Volver a los 17"

Hay dos momentos para escuchar esta canción. El primero es desde la visión juvenil, llena de optimismo y con la que uno llega a la interpretación clásica. Desde esta perspectiva el amor renace y se revitaliza: la naturaleza vivificante ocupa el lugar de lo insensible “como el musguito en la piedra” y la disociación del ser con el mundo se termina “Todo lo cambia el momento / cual mago condescendiente, / nos aleja dulcemente / de rencores y violencias”. El crecimiento es originariamente violento y nos devuelve a lo que llamaremos una edad de la inocencia: “Torbellino de pureza original”. Sólo entonces el amor entra intempestivo, “De par en par la ventana / se abrió como por encanto, / entró el amor con su manto…”. La canción se vuelve, desde esta primera perspectiva, un alegato del sentimiento sobre la razón; porque “lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber” y la revitalización que implica el amar de nuevo a una edad mayor. Esta es la interpretación que, en general, se le da. 

Mi segunda lectura implica una visión desde la adultez, más allá de visiones románticas. Volver a los 17 en realidad habla del pavor que produce tener esos sentimientos justo "después de vivir un siglo". No se trata ya de una canción que habla del amor y cómo vivifica; sino de angustia a través de una antítesis con figuras vitalistas. Si vemos la biografía de la autora, notaremos algunas cosas interesantes: para cuando la escribió, Parra estaba enamorada y este amor terminaría en un desencuentro. Esta canción se entrecruza con esta historia, fue incluida en el álbum Últimas canciones, donde la mayoría de las composiciones, incluso la famosa “Gracias a la vida” presentan una tonalidad que revela un carácter depresivo. Aquí el hecho de que las cosas vuelvan al pasado es en realidad una experiencia dolorosa: la inocencia vuelve y, con ella, cierta ceguera. Creíamos que el velo se había apartado de nuestros ojos, pero de nuevo estamos sin poder percibir el horror del mudo y sabemos que eso es un equívoco, nos reconocemos perdidos; porque, “hasta el feroz animal susurra su dulce trino”, “y al malo sólo el cariño lo vuelve puro sincero”. Vamos hacia atrás en el tiempo, cuando todos van hacia adelante, "Mi paso retrocedido, / cuando el de ustedes avanza", este regreso al pasado es olvidar el camino andado y sus dolores, lo que implica regresar al punto donde iniciaba el aprendizaje de la vida. El amor es una hiedra, planta llena de espinas, que se pega al muro, símbolo de separación del otro ser y hasta de nosotros mismos como una barrera. La canción nos dice que es inevitable su germinar, por más que la limpiemos, por más fuerzas que pongamos en arrancarla desde la raíz; vuelve a crecer una y otra vez como enredadera, hierba mala. 

Para comprobar mis suposiciones, debo mirar cada uno de los apartados que implica esta obra. Para empezar, en lo métrico, los textos son décimas y ese es un tipo de medida versal que se había reservado para las quejas (según Lope de Vega); aunque ahora se usa para cualquier tema. En el apartado musical la emoción desmedida es evidenciada por el sonido de los tambores y las guitarras, al inicio con un golpe rápido como el latido de un corazón acelerado. El ritmo musical acompaña al baile; pues la canción es una sirrilla, tonada popular para ser bailada con un zapateado y de manera mixta. En esa danza, los hombres y las mujeres cambian de pareja constantemente y giran uno alrededor del otro ¿La inestabilidad del amor? ¿También en el baile está el renacimiento, simbolizado en el círculo que siempre retorna? 

Tomar partido por una de las dos explicaciones sería un error. Lo más justo, sería decir que la experiencia es dulce y amarga a la vez. El amor, posee un Eros y un Tánatos. "Amor, muerte pequeña", diría Lorca; pero cada amor contiene también su pequeña vida. Lo afectivo ha de crecer para ir de una cosa a la otra; ambas son caras y la misma moneda: de la creación que todo lo destruye o de la destrucción que todo lo crea, sinónimos al fin y al cabo.

martes, 2 de agosto de 2016

Carta de Franz Kafka para Felice Bauer

"¡Fräulein Felice!

Te pediré un favor que suena completamente loco, y que yo consideraría como tal si fuera quien recibe la carta. Es también el más grande test al que aún la más amable persona puede ser sometida. Bien, el favor es que me escribas una vez por semana, así tu carta llega el domingo, porque no puedo resistir tus cartas diarias, soy incapaz de resistirlas. Por ejemplo, yo respondo una de tus cartas, me recuesto en calma, en calma aparente; pero mi corazón late a través de todo mi cuerpo, que sólo es consciente de ti. Te pertenezco, realmente no hay otra forma de expresarlo y aún así no es suficiente. Por esta importante razón no quiero saber qué estás usando; me confunde mucho y no puedo lidiar con mi vida; y por esto es que no quiero saber que me tienes cariño. Si lo hice, ¿cómo pude, tonto de mí, permanecer sentado en mi oficina, o aquí en mi casa, en vez de saltar dentro de un tren con los ojos cerrados y abrirlos solamente cuando esté contigo? Oh, hay una lamentable, triste razón para no hacerlo. Para ser breve: mi salud es apenas suficiente para seguir solo, pero no es buena para casarme, y dejemos a un lado a la paternidad. Aún cuando leo tus cartas, paso por alto hasta lo que no puede serlo. ¡Si sólo tuviera tu respuesta ahora y cuán horriblemente te atormento, y cómo te obligo, en la quietud de tu cuarto, a leer esta carta, tan desagradable como jamás ha estado en tu escritorio! ¡Honestamente, esto me golpea por momentos y quedo preso como un espectro de tu feliz nombre! Si sólo hubiera despachado carta el sábado, en la cual hubiera implorado que jamás me escribieras de nuevo, y en la cual te hubiera hecho una promesa similar. Oh, Señor, ¿qué me impidió enviar esa carta? Todo estará bien. Pero, ¿hay una solución tranquila ahora? ¿Ayudará si nos escribimos una vez a la semana? No, si mi sufrimiento puede ser curado por algo semejante, quiere decir que no es serio. Y ya preveo que seré incapaz de soportar aún las cartas dominicales. Y así, para compensar por la oportunidad desperdiciada el sábado, te demando con la energía que me queda, en el final de esta carta: Si valoramos nuestras vidas, permitámonos abandonar todo. ¿Pienso que debo firmar "tuyo" ? No, nada podría ser más falso. No, yo seré siempre esclavo de mí mismo, eso es lo que soy, y debo tratar de vivir con eso.

-Franz "

domingo, 3 de julio de 2016

La crisis en la UNAH (II): El hijo rebelde

Fotograma de la película La última tentación de Cristo, dirigida por Martin Scorsese.
 
“Las víctimas son parte de ese ciclo infernal de obscenidades. Es como si para ser de verdad miembro de una comunidad tuvieras que ensuciarte las manos”.

-Slavok Zizek, La guía perversa de la ideología.

Si en la primera parte se analizó la visión del Gran Padre, toca ahora la del hijo rebelde. Hay tres aspectos a tratar para un análisis con respecto a los estudiantes: el kitsch, la ideologización y la visión romántica. En palabras de Milan Kundera, “El kitsch es la negación absoluta de la mierda, en sentido literal y figurado: el kitsch elimina de su punto de vista todo lo que en la existencia humana es esencialmente inaceptable.” (Kundera, 1984: 109); es decir, por medio del kistch idealizamos algo al extremo, olvidándonos de su naturaleza desagradable y, en el caso de las ideologías, esa idealización deriva en la “Gran marcha”, la idea de que la humanidad avanzará en un progreso continuo hasta perfeccionarse, "La Gran Marcha es ese hermoso camino hacia delante, el camino hacia la fraternidad, la igualdad, la justicia, la felicidad y aún más allá, a través de todos los obstáculos, porque ha de haber obstáculos si la marcha debe ser una Gran Marcha." (Cfr. Kundera, 1984).

Así, en los estudiantes, el kistch podría ser muchas cosas: el rebelde, la revolución, el cambio social.  Tomaremos en este caso algo tan abarcador como la rebeldía para analizarlo. Por medio de la idealización, se olvidan las contradicciones de todo proceso político, el juego de intereses personales y partidarios que representa la universidad en una sociedad como la hondureña. Las imágenes se centran en símbolos que reafirman el amor (dos encapuchados se besan), la inclusión (un estudiante de traje se apresta a luchar contra los policías o dos monjas pintan un mural), las autoridades como figuras destructoras de la cultura (“No importa cuántas manos de pintura le pasen a nuestros murales, nunca nos detendrán...”) o simplemente con la ridiculización de los estereotipos ("la danza de los Bryan"); sin embargo, en tanto idealizaciones, no son ciertas; porque dentro de estos movimientos, como dentro de cualquier grupo humano, existen actitudes como la misoginia, discriminación por cuestiones de clase (en cualquiera de sus formas), exclusión por credo religioso (anticlericalismo o fundamentalismo religioso) la  crítica constante a la intelectualidad (caer en la necesidad de acción inmediata), etc. Patrones verticales que no pueden ver; porque se antepone la ideologización, una ideología que se vuelve hegemónica porque no hay autocrítica. 

Muy importante en el proceso de ideologización es la narrativa por medio de la cual se presenta. La forma en la que alguien cuenta su historia es relevante; pues a través de la trama da significado a sus actos. Debido a la  ideologización, en ambos casos (autoridades y estudiantes) prima la  categoría romántica: 

“Un drama de autoidentificación simbolizado por la trascendencia del héroe del mundo de la experiencia, su victoria sobre este y su liberación final de ese mundo, el tipo de drama asociado con la leyenda del Santo Grial o la resurrección de Cristo en la mitología Cristiana, es un drama de triunfo del bien sobre el mal, de la virtud sobre el vicio, de la luz sobre las tinieblas y de la trascendencia última del hombre sobre el mundo en que fue aprisionado por la Caída” (White, 1973: 19 ).

Tenemos entonces que esta visión implica necesariamente  una creencia, por tanto, un dogma: incluso si fueran derrotados, "construirían un drama de la redención figurado" (White, 1973: 21), sin llegar nunca al fondo del asunto. Esta visión  romántica conlleva un cinismo oculto.  Aplicando las categorías de Slavok Zizek, la función cínica de la ideología en el discurso romántico de los huelguistas se escenifica de la siguiente forma: “estos estudiantes se rebelan contra un proceso de opresión que los excluye  del sistema educativo”;  para ellos y para quienes los apoyan, “hay que ver el medio social del que vienen estos estudiantes”; sin embargo, se olvida que una persona “no es simplemente el resultado de una serie de condiciones objetivas” (Zizek, 2012) un individuo puede hacer uso de su mínimo margen de libertad para subjetivizar estas condiciones y construir su propia visión (Cfr. Zizek, 2012); por lo tanto, argüir solamente las condiciones objetivas contra las normas académicas es un desacierto, resulta incompleto. 

La reacción de los estudiantes, como diría Zizek, se trata de individuos atrapados en una ideologización dominante sin tener capacidades para realizar lo que la hegemonía de otra ideología les exige: ascender, integrarse y consumir. Lo que hay allí “es el resultado de una constelación ideológica específica, donde la gran ideología que promueve justicia, igualdad, etc se desintegra” (Zizek, 2012).  Se pasa entonces a la toma de medidas confrontacionales, los estudiantes pierden la distancia, demasiado identificados con su super-yo, se convierten en la voz de su moral revolucionaria e inicia un proceso de defensa instintivo.  Así, la violencia que ellos llevarán a cabo más adelante será lo que Walter Benjamin llama  pura o divina (citado por Zizek, 2009:19-20), una violencia subjetiva e irracional en respuesta a una violencia sistémica y objetiva, ya no sólo de parte de las autoridades sino del sistema mismo y, por tanto, normalizada (Cfr, Zizek, 2009). La solución de las autoridades es simplemente llamar a la policía y aplicar de forma rígida el reglamento estudiantil, una solución simplista que no termina con el problema en sí, sino que lo perpetuará.

Dentro de la representación social, este hijo deja de existir por dos razones: porque desapareció de la escena (físicamente hablando) o porque se ha convertido en el padre. Para que el Gran Padre tenga lugar, el hijo debe dejar de ser “el hijo” y desplazar al padre para continuar el ciclo, ya que las relaciones simbólicas familiares en este caso "representan en realidad una jerarquía" (Zizek, 2012). Mientras los estudiantes sigan  reproduciendo los patrones verticales, simplemente ocuparán el lugar de las actuales autoridades en el futuro para continuar el círculo kafkiano del que hablaba en mi artículo anterior. No es extraño que las actuales autoridades hayan sido dirigentes estudiantiles en el pasado y, muy a pesar de sus excusas, hayan usado los mismos métodos de protesta que hoy condenan; porque ambas partes siempre se han centrado en una violencia subjetiva (calificable y visible), pero olvidan una violencia sistémica, simbólica e inherente (Cfr. Zizek, 2009) que cada uno de ellos reproduce; porque, debemos aceptarlo, ambas partes se justifican desde una visión romántica, en una serie de kitschs.

Bibliografía

Kundera, Milan (1984), La insoportable levedad del ser. Ed. 2002,  TusQuest, México.
White, Hayden (1973) Metahistoria, la imaginación histórica en la Europa del siglo XIX, Ed. 2002, Fondo de Cultura Económica, México D.F.
Zizek, Slavok (2009), Sobre la violencia, seis reflexiones marginales. Paidos, Buenos Aires. 
Zizek, Slavok (2012)  La guía perversa de la ideología  [Documental] Dirección y producción de Sophie Fiennes, Reino Unido: Blinder Films y otros


sábado, 2 de julio de 2016

La crisis de la UNAH (I): Carta al padre.

Saturno devorando a su hijo, pintura de Francisco de Goya.
La crisis de la UNAH se puede resumir en la representación del "Gran Padre". A lo largo de nuestra infancia, desde nuestra familias, se nos ha exigido guardar silencio ante los mayores; allí está el Gran Padre (no necesariamente masculino, sino símbolo de un sistema heteropatriarcal) con su gran garrote lleno de púas para castigarnos si hablábamos cuando no debíamos o si lo corregíamos y le mostrábamos su error. Desde nuestra infancia se nos condiciona para aceptar el dogma de la verticalidad y el autoritarismo ¿Cómo se espera entonces tener una generación de personas que entienda la participación democrática y las relaciones horizontales? La figura del Gran Padre se traduce después en La Rectoría, el Señor Presidente, el Pastor, el Cura, el novio, el esposo, el hijo mayor, etc. En el caso de la UNAH, son reveladoras frases como “¿son adultos los que dicen eso?”; para las autoridades, un joven es un incapaz para hablar de institucionalidad; aunque, cuando hay rebelión en contra de la figura gerontocrática, se persigue a los transgresores con todo el peso que les proporciona la verticalidad. Ante ello, lo que le queda a los estudiantes es responder con la única representación hondureña que pueden oponer: la del mártir, se asumen como un Cristo salvador que debe sacrificarse a la ira del "Gran Padre" para pagar los pecados de todos. Finalmente, este patrón se reproduce como un círculo kafkiano en nuestra sociedad: el hijo es incapaz de volverse un ser autónomo; por lo que siempre deberá ser tutelado por un padre omnímodo que exigirá su muerte (simbólica) a cambio de su "libertad", muy entre comillas; porque sólo se da una reforma parcial del sistema o la destrucción (ahora sí física) de la persona. Esta narración de sacrificio será realizada por medio de una visión romántica que los individuos participantes son incapaces de trascender; por ello están condenados, como Sísifo, a recoger la enorme roca y volver a intentar subir la colina.

La política en la UNAH (no de ahora, sino desde hace mucho) contra profesores, estudiantes y trabajadores, se resume en el viejo esquema de ser temido antes que amado, de vigilar y castigar a todo aquel que vaya contra una visión personal o señale errores en el proyecto institucional. Lo que se busca es la disminución del individuo ante la institución: “Usted es parte de este proyecto, nosotros no lo vamos a excluir; sino que es usted quien se excluye si elige no participar”, “haga lo que tenga que hacer, lo que se le ordena”, “debe devolverle a la institución aquello que le ha dado”; la universidad, en estas frases, se revela como un ente totalitario al que se debe servir antes que a una comunidad o al individuo. En el imaginario de las autoridades, las universidad no son los participantes en ella, sino un ente abstracto que debe ser defendido de sus enemigos, externos e internos, y esto sólo se puede lograr por la imposición de un orden a rajatabla, por medio de una jerarquía absoluta, de la supresión de la comunidad en favor de la autoridad. Hay una ideología de este tipo, que pregona la importancia del Estado sobre el individuo, pues éste último sólo existe para servir a la organización social misma; esa corriente ideológica se llama fascismo.

domingo, 17 de abril de 2016

Canción de amor de J. Alfred Prufrock (Fragmento)


Pero, aunque he llorado y apresurado, llorado y orado,
aunque he visto mi cabeza (haciéndose ligeramente calva)
traída en una bandeja,
no soy profeta y aquí no hay gran asunto;
he visto el momento de mi grandeza vacilar,
y he visto el eterno lacayo agarrar mi abrigo y reír disimuladamente,
y en pocas palabras, tuve miedo.

Y hubiese valido la pena, después de todo, 
después de las tazas, la mermelada, el té,
entre porcelana, entre alguna conversación entre tú y yo,
hubiese valido la pena,
haber mordido el asunto con una sonrisa,
haber comprimido el universo en una bola
y hacerla rodar hacia alguna pregunta abrumadora.
Decir: "Soy Lázaro, vengo de los muertos,
vengo a decirte todo, todo te lo diré".
Si uno, poniéndose una almohada en su cabeza,
dijese: "Eso no es lo que quise decir, no del todo,
no es esto de ninguna manera." 

Y hubiese valido la pena después de todo,
hubiese valido la pena mientras tanto,
después de las puestas de sol y los patios y las calles lloviznadas,
después de las novelas, después de las tazas de té, después de las faldas que se arrastran a lo largo del suelo
¿Y esto y tanto más?
Es imposible decir lo que quiero decir.

-Poema de T.S. Eliot e ilustración de Julian Peters.

sábado, 2 de abril de 2016

Porco Rosso y la deshumanización


Porco Rosso es una película del japonés Hayao Miyazaki, estrenada en 1992 y basada en una adaptación libre del manga La era de los hidroaviones. En lo personal, el director reconoce que se vio marcado por el inicio de la guerra de Yugoslavia y eso hizo que le diera un carácter más serio a la obra.


En este filme, un ex-piloto de la fuerza aérea está maldito y se transforma en un puerco. No se nos aclara por qué cayó sobre él una maldición; pero, en palabras de Hayao, se trata de algo auto-impuesto. Margo Pagot ha perdido la fe en la humanidad, por eso decide convertirse en un cerdo, adopta el nombre de Porco Rosso y deviene animal ante su desilusión. El autor de esta obra cinematográfica alguna vez dijo “cuando un hombre llega a la madurez, se convierte en un cerdo”, es decir, pierde la inocencia que lo liga a una bondad espontánea y se convierte en su ser de intereses sórdidos. Cuando era piloto durante la Primera Guerra mundial, Marco fue testigo de la muerte de sus compañeros, del sinsentido de los conflictos bélicos y los nacionalismos; por esto decide renegar de cualquier aspecto humano que todavía le quedaba después de sobrevivir. No es casual que marque su rostro en la vieja foto del Hotel Adriano, donde todavía aparecía como muchacho. Con el advenimiento del fascismo, su pesimismo es confirmado, el ser humano no tiene salvación posible; una de las frases de Marco, “mejor cerdo que fascista”, lo revela.


Más adelante, aparece Fio Picollo, una ingeniera de hidroaviones que, a pesar de las negativas del porcino aviador, reconstruye la nave del héroe. Ella representa el reencuentro con la esperanza. Es gracias a esta jovencita que Marco recobra su humanidad ocasionalmente. Cuando están en la cueva, la noche después de su llegada a la isla, Marco dice “Eres una buena muchacha, me haces creer que la humanidad no se ha perdido” (En otras traducciones aparece como: "Haces que quiera volver a ser humano"). Fio es la única que puede volverlo a ver como un ser humano, esto quiere decir que ella encuentra todavía sensibilidad en aquella persona, aspectos como la bondad, el amor a la vida, el valor y la alegría. Por eso le dice, a modo de broma, “si te beso, volverás a ser humano”; la referencia al cuento de la princesa no es gratuita, prácticamente le está diciendo que un acto de cariño, por mínimo que sea, puede devolverle lo que ha perdido, hacerlo renacer como hombre. 

Porco Rosso es un camino de redención con un final algo amargo. A pesar de una visión un tanto dulce, el mundo impone sus duras leyes: las del tiempo y la violencia. Claro, Miyazaki sólo nos da un atisbo de esto y no entra en detalles. Finalmente, los personajes se sobreponen, la guerra avizorada es narrada someramente  desde un refugio (¿no es eso lo que nos ha planteado durante estas dos horas, el humanismo como un refugio contra el cinismo del mundo?); pero contarles eso arruinaría mucho la película, más de lo que esta reseña ya lo hizo; por eso les pido que se hagan el favor de verla. Nos vemos.

lunes, 7 de marzo de 2016

El gran Burundún-Burundá

“Que fuese Burundún el primero en percatarse que la miseria humana, la angustia que le acompaña y la rebeldía que le sigue, tiene su fundación en la palabra articulada, fue memorable hazaña de su inteligencia. Que convenciese a gran parte de sus gobernados de que en la mudez residía la única posibilidad de vegetar perdurando, fue flor de su talento político e inmarcesible realización de su Ministerio de la Propaganda. Pero donde dio su total medida, donde llevó su propio estilo a la maestría, fue en la tarea de recrear los instrumentos de la represión contra los lenguaraces. 

¿A quiénes ofende la palabra? A los incapaces de fervor, a los que carecen de imaginación, a los que jamás se hablaron a sí mismos, a los que nunca administraron a las cosas el sacramento del bautismo, a los que ignoran la comparación, a los que pegan a las bestias y a los niños cuando no entienden sus miradas, a los que no quieren ganar fama, a los que temerían confesarse, a los que siempre esperan la delación o la denuncia, a los que no tienen caridad, a los imponentes, a los que no saben qué hacer con la libertad, a los temerosos de la justicia, a los que no pueden trascender de la sensación a la emoción, a los que nada tienen qué decir a un árbol, a un cántaro o a una abeja; a los que fastidia el silbo de un pájaro, a los que cuando levantan el rostro a la noche no sienten sobre su piel el picotear de las estrellas, a los que no escuchan las historias apasionadas que narran los leños en la chimenea, a los que se taponan los oídos para no oír los relatos de viaje del viento, a los que no tienen Dios, ni amada, ni amigo, ni hijo, ni siquiera una bestia que les pida con inundados ojos la caricia de una palabra. A esos tales recurrió Burundún para organizar sus fuerzas punitivas. 

Pero como a la ira ciega de los estólidos, hay que ponerle una carnada suculenta, un estremecido cebo vivo. A los incapaces de crear, les autorizó el exterminio; a los que no podrían emular, les impartió autoridad; a los impotentes en la amorosa conquista, les bendijo la violación; a los que tenían manchas en su origen, les permitió que abozalarán a los limpios; a los que vivían en la zozobra espera de una condena, les ofreció su remisión en el crimen; a los fracasados, les deparó la fría venganza contra los cabales. Y necesitaba Burundún jefes -siquiera fuese de nombre y apenas sobre el papel- para estas tropas de asalto, jefes políticos y militares y eclesiásticos y hasta intelectuales. Hurgando en el viejo saco de las infamias y en la ancha alforja de las malicias, dio abasto a todo.”

 - Jorge Zalamea, El gran Burundún-Burundá ha muerto.

sábado, 13 de febrero de 2016

L'illusionniste


Por una de esas casualidades cósmicas de la vida, hace varios años, pude ver L'illusionniste (El Ilusionista) en un canal del cable. La película fue realizada en el 2010 con guión póstumo de Jaques Tati (1907-1982), que Sophie Tatischeff (la hija de éste) y a Sylvain Chomet (el mismo de Las trillizas de Belleville) rescataron y tuvieron la genial idea de volverlo un largometraje animado que rindiera honores a Tati y a la comedia muda.

En esta obra, un viejo ilusionista busca trabajo en una época donde los artistas de su clase han sido sustituidos por los grandes espectáculos y los conciertos de Rock; pero en una de sus visitas a un pueblito escocés se le suma una muchacha que todavía cree en la magia y con la que deberá continuar su viaje. El filme es un viaje áspero a la desilución, a ese madurar que nos da una lucidez dolorosa; pero también es una búsqueda de la nostalgia, de un paraíso perdido en el que las cosas eran más simples. Esta película nos invita a ver desde la nostalgia amarga y dulce, esa infancia que ya pasó y en la cual los magos sí existían.

martes, 9 de febrero de 2016

El unicornio en cautividad


"En el libro IX del Roman d'Alexandre se dice que el unicornio es un animal tan fuerte que no puede ser capturado por la virtud de los monteros, sino mediante sutileza. Cuando quieren capturarlo mandan llevar a una doncella al lugar donde saben que acude el animal a pacer y descansar. Si el licornio la ve y es doncella, va a acostarse en su regazo sin hacerle ningún mal y allí se queda dormido. Acuden entonces los monteros, que lo matan en el regazo de la doncella.”

martes, 19 de enero de 2016

¿No te preguntas a veces?


"Al caer la noche, las estrellas brillan como el hielo y la distancia que abarcan
oculta algo elemental. No a Dios exactamente. Más bien
algún escuálido con el rutilante espíritu de Bowie -Un Starman
o un as cósmico que se debate, se tambalea y sufre para que podamos ver.
¿Y qué haríamos nosotros, tú y yo, si pudiéramos saber con seguridad
que alguien estaba allí con los ojos entornados por el polvo,
diciendo que nada está perdido, que todo vive tan solo esperando
volver a ser querido lo suficiente? ¿Irías entonces,
incluso por un par de noches, hacia esa otra vida en la que tú
y aquel primero que ella amaba, ignorante del futuro y feliz?
¿Me pongo el abrigo y vuelvo a la cocina, donde mi
madre y padre esperan sentados, calentando la cena en el hornillo?
Bowie nunca morirá. Nada se lo llevará mientras duerme.
Ni atacará sus maneras. Y nunca se hará viejo
como la mujer que perdiste, que siempre será morena
y sonrojada corre hacia una pantalla electrónica
que marca los minutos, los kilómetros aún por recorrer. Como esa vida
en la que soy siempre una niña mirando por la ventana hacia el cielo nocturno
pensando que un día tocaré el mundo con las manos desnudas,
incluso si éste quema."

-Tracy K. Smith, poema incluído en su libro Vida en marte.