martes, 3 de enero de 2012

Nota 3-12

En el Así hablaba Zaratustra, de Nietzche, uno de los pasajes que más me impresionó es aquel en el que el viejo profeta explica a los marineros de un barco en el que se transporta su visión sobre el uróboro que asfixiaba a un hombre, una serpiente que al morder su propia cola en el cuello de un hombre lo estaba matando; pero el hombre se ríe y la serpiente escapa. Este pasaje ha sido interpretado como la parábola que da pie al nihilismo reactivo (irracionalismo vitalista o simplemente vitalismo), en el cual la única forma de liberarse del peso que significa la muerte de Dios, el eterno retorno y la fatuidad de las acciones con la consiguiente pérdida de sentido de la estructura vital, es una toma de conciencia y una aceptación de nuestra condena a la propia libertad. 

Comparto algunas cosas de ese nihilismo reactivo, pienso que dado que no hay nada después de la muerte, la búsqueda de toda trascendencia personal, el hecho de que tu yo vaya más allá de ti mismo es poco probable. Me río de los que anhelan la eternidad a través de sus obras y vuelven de ello la razón de su ser, me parecen patéticos (por lo menos los religiosos lo hacen por su fe) y no quiero decir que no es válido hacer un intento por dejar una obra, lo es siempre que sepamos que si algo de eso se llega a conocer más allá del ámbito local sería un golpe de suerte y, en segundo lugar, que uno crea algo por la misma gratuidad que es el crear; quizás esa es la razón por la que me hastían los ambientes "bohemios" y llenos de artistas, con toda esa gente que piensa a rajatabla  como decía Bolaño " que su obra va a perdurar". Para mí, todas las cosas van a borrarse algún día, nosotros, nuestra descendencia, hasta lo libros, las grandes obras de arte, las edificaciones más maravillosas, hasta este planeta mismo, hasta este sistema solar volverá a ser lo que fue mucho antes de nacer: polvo de estrellas. Y en eso es en parte cierto aquello de que "polvo somos y en polvo nos convertimos".  

La vida me parece maravillosa por el mismo hecho de que es única e irrepetible. Sólo tenemos este corto lapso de tiempo, si lo arruinamos con nuestro libertinaje y egoísmo no podremos repetirlo y si somos tan tontos como para volvernos mojigatos, intolerantes o amargarnos, entonces también lo perdimos. Desprecio por eso mismo a las personas que ven esta vida como un valle de lágrimas en el que nada tiene salvación o las que creen que todo es color de rosa. En un mundo donde los significados no son más que aquello que nosotros deseamos, bien sea arbitrariamente o de forma consciente, las posturas radicales me parecen de auténticos idiotas. Sólo hay una cosa que me ha inquietado siempre de ese carácter irrepetible de la existencia: que también significa que si perdemos a alguien o algo en nuestras vidas, lo perdemos para siempre y lo que se vivió no se volverá a repetir jamás; porque las cosas son únicas en toda la historia del universo y debemos cargar toda nuestra vida con el peso que implica esta afirmación.  

Reírse del uróboro no es tan complicado como se cree, sólo hay que estar consciente de algunas cosas. Al fin y al cabo, este instante es toda nuestra eternidad.

1 comentario:

soy tan inerme como inerte dijo...

Cuanta razòn... este y solo este instante es nuestra eternidad...

Maravillosa muestra a tu mente.
Comparto muchas cosas que afirmas aquì, gracias.