domingo, 20 de abril de 2008

Cuaderno de un retorno al país natal (fragmento)

Volveré a hallar el secreto de las grandes comunicaciones y de las grandes combustiones. Diré tormenta. Diré río. Diré tornado. Diré hoja. Diré árbol. Seré mojado por todas las lluvias, humedecido por todos los rocios. Rodaré como sangre frenética sobre la lenta corriente del ojo de las palabras en caballos locos, en niños lozanos, en cuagulos en tapaderas, en vestigios de templo, en piedras preciosas; lo suficientemente lejos para desalentar a los mineros. Quien no me comprenda tampoco comprenderá el rugido del tigre.
Y vosotros fantasmas subid azules de química de un bosque de bestias acorraladas, de maquinas retocidas, de un azufaifo de carnes podridas, de una cesta de ostras de ojos, de una red de correas recortadas, en el hermosos sisal de una piel de hombre tendré palabras bastante bastas para conteneros ytú tierra tirante
tierra borracha
tierra gran sexo levantado hacia el sol
tierra gran delirio de la mentula de Dios
tierra salvaje subida de las angosturas del mar con un manojo de cecropias en la boca
tierra cuya faz encrespada sólo puedo comparar con la selva virgen y loca que yo desearía poder mostrar como rostro a los ojos indescifradores de los hombres, me bastaría un sorbo de tu leche jiculi para que en ti yo descubriera siempre a la misma distancia de espejismo -mil veces más natal y dorada por el sol que no descatilla ningún prisma- tierra donde todo es libre y fraternal, mi tierra.
Partir. mi corazón zumbaba de generocidades enfáticas. Partir... yo llegaré liso y joven a ese país mío y diré a ese país cuyo barro entra en la composición de mi carne: " He vagado durante mucho tiempo y vuelvo hacia el horror desertado de tus llagas."
Iré a ese país mío y le diré: "Abráme sin temor...
Y si sólo sé hablar, hablaré para ti."
Y le diré todavía:
"Mi boca será la boca de las desdichas que no tienen boca; mi voz , la libertad de aquellas que se desploman en el calabozo de la desesperación."
Y viniendo me diré a mí mismo:
"Y sobre todo cuerpo mío y también alma mía, guardaos de cruzar los brazos en actitud estéril del espectador, porque la vida no es un espectáculo, porque un mar de dolores no es un proscenio, porque un hombre que grita no es un oso que baila..."
¡Y he aquí yo he venido!
De nuevo esta vida renqueante ante mí, no esta vida, esta muerte , este muerte sin sentido ni piedad, esta muerte en que la grandeza fracasa lastimosamente, la estallante pequeñez de esta muerte, esta muerte que renquea de pequeneces en pequeñeces; estas paletadas de pequeñas avideces sobre el conquistador; esta paletadas de pequeños lacayos sobre el gran salvaje, estas paletadas de pequeñas almas sobre el caribe de tres almas,
y todas estas muertes fútiles
absurdos bajo la salpicadura de mi conciencia abierta, trágicas futilezas iluminadas por esta única noctíluca
y yo solo, brusca escena de este amanecer
donde se pavonea el apocalipsis de los monstruos, y luego , zozobrado, se calla
cálida elección de cenizas, ruinas y desplomes.

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