sábado, 13 de noviembre de 2010

Fin

De nada me lamentaré, no fue mi culpa (¡Y vaya que no lo fue!). Me queda la certeza de haber amado de verdad, con ese recuerdo quiero quedarme y no con la cólera. Curiosamente, esa noche de un siete de agosto, sonaba esta canción en el taxi mientras regresaba a mi casa de lo que siempre recordaré como el día más feliz y pleno de símbolos dulces.

La vida seguirá y hay que aceptar que todo tiene un fin, menos el fuego de tus ojos... menos el fuego de tus ojos...


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