viernes, 30 de septiembre de 2016

"Si estás preso en el sueño del otro..."

Objeto para ser destruido u objeto indestructible, de Man Ray.

"Cuando Freud y Lacan insisten en la naturaleza problemática del imperativo básico judeocristiano de "ama a tu prójimo", no marcan la típica posición crítico-ideológica sobre cómo toda noción de universalidad está contaminada por nuestros valores particulares e implica por ello exclusiones secretas, sino que señalan la cuestión mucho más potente de la incompatibilidad del prójimo con la dimensión misma de la universalidad. Lo que se resiste a la universalidad es la dimensión propiamente inhumana del prójimo. Por ello encontrarse a uno mismo en la posición del amado resulta tan violento, incluso traumático: ser amado me hace sentir directamente la distancia entre lo que soy como ser determinado y la insondable X que hay en mí y que causa el amor. La definición lacaniana del amor («amar es dar algo que uno no tiene...») ha de ser complementada con: «... a alguien que no lo quiere». Pues, efectivamente, ¿somos conscientes de que los conocidos versos de Yeat describen una de las más claustrofóbicas constelaciones que uno pueda imaginar?:

"Si tuviese yo las telas bordadas del cielo 
recamadas con luz dorada y plateada,
 las telas azules y las tenues  y las oscuras,
de la noche y la luz y la media luz, 
extendería las telas bajo tus pies: 
pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños; 
he extendido mis sueños bajo tus pies; 
pisa suavemente, pues pisas mis sueños".

En pocas palabras, como afirmó el filósofo francés Gilles Deleuze, «Si vous êtes pris dans le rêve de l’autre, vous êtez foutu» (Si estás preso en el sueño del otro, estás jodido); o, como escribió en un memorable pasaje Neil Gaiman, el autor de la novela gráfica The Sandman

"¿Has estado alguna vez enamorado? ¿Horrible, verdad? Te hace muy vulnerable. Abre tu pecho y abre tu corazón y significará que alguien puede entrar en ti y revolverte por dentro. Tú construyes todas esas defensas, construyes una armadura completa de forma que nada pueda herirte, y entonces una persona estúpida, similar a cualquier otra estúpida persona, se aventura en tu vida estúpida... les das una parte de ti. No la pidieron. Sólo que un día hicieron alguna tontería, como besarte o sonreírte, y desde ese momento tu vida ya no es tuya. El amor toma rehenes. Se mete dentro de ti. Te come por completo y te deja llorando en la oscuridad, de forma que una simple frase como «quizá sólo deberíamos ser amigos» se convierte en una astilla de cristal directa hacia tu corazón. Duele. No sólo en la imaginación. No sólo en la mente. Duele el alma, un verdadero dolor que-se-mete-dentro-de-ti-y-te-descuartiza. Odio el amor". 

En los últimos años de su vida, el director de cine soviético Andrei Tarkovski vivió en Estocolmo mientras trabajaba en su película Sacrificio. Se le ofreció una oficina en el mismo edificio en que disponía de una Ingmar Bergman, que por entonces todavía vivía en Estocolmo. Aunque los dos directores se profesaban un profundo respeto y una gran admiración, nunca se conocieron, sino que se evitaron escrupulosamente, como si su encuentro directo pudiese haber sido demasiado doloroso y destinado a fallar por la aproximación de sus universos. Ellos inventaron y respetaron su propio código de discreción".

-Slavoj Zizek, Sobre la violencia: seis reflexiones marginales.

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